viernes, 30 de marzo de 2007

(Ejercicio - Relatos de Terror)

El momento, el lugar y el propio ambiente eran los más propicios para ello: Un fin de semana, dos parejas jóvenes, una casa vieja y una gran predisposición para pasar una noche de miedo.

Fue Pablo, mi novio, quien propuso:

¿y si jugamos una ouija?

Todos habíamos jugado alguna vez al famoso juego del vaso (la ouija), pero siempre pensando que era eso, un simple juego y nada más… Que en definitiva, alguien de los presentes en la mesa era el que intencionadamente lo movía a través del tablero a su antojo ante la atónita mirada de los presentes.

Aquella vez fue diferente. Nuestra idea sobre el juego cambió radicalmente cuando nos vimos inmersos en él. En un abrir y cerrar de ojos, estábamos los cuatro agarrando la base de una copa invertida sobre una mesa redonda rodeada de papelitos con todas las letras del abecedario.

Al principio todo era como siempre, todo divertimento, puro cachondeo y mucha incredulidad… Cuando la pregunta era: "¿Hay alguien ahí?", todos carcajeábamos, por lo ridículo de la situación, ya que alguno también soltaba un chiste o una contestación absurda de lo que considerábamos un juego más. Todo dentro de lo normal, quizás con más risas de lo habitual, pero normal. Solo hasta que en ese preciso instante ocurrió algo que nos mantuvo a todos en vilo: La copa que hasta ese momento solo había avanzado unos centímetros sin apenas descifrar nada, comenzó a tomar cierta velocidad, con un movimiento muy preciso, sin vacilaciones. Primero avanzaba hacia el "Si", de una manera diferente a como la habíamos visto moverse antes… lo hacía con mucha ligereza, como flotando sobre la mesa en un desplazamiento a cámara lenta, para a continuación dirigirse hacia el "No" también lentamente al principio y vertiginosamente después y terminar formando un circulo cada vez más definido y mayor hasta incluso mover las letras, girándolas y echándolas fuera de la mesa.

Mi amiga Clara, muy asustada preguntó:

¿Quién coño lo está moviendo?

No hubo respuesta. Solo miradas inquietas que escrutaban los dedos de los demás, intentando adivinar quién pudiera estar apretando más de lo normal. Nada hacía sospechar que uno solo fuera el que moviera la copa que no cesaba de girar, incesantemente y cada vez a mayor velocidad. De pronto Pablo gritó:

¡Soltadla!

Lo hicimos todos a la vez en un momento en el que la copa corría por la mesa vertiginosamente y al hacerlo salió disparada de aquel círculo y fue a chocar contra la pared haciéndose mil pedazos.

Nos dimos un susto de muerte. Los comentarios de todos eran comunes, ciertamente asustados, pero al mismo tiempo de incredulidad total, intentando averiguar quien era el dueño e inventor de aquella pesada "broma". Y como bromista del grupo, todo apuntaba a que podría ser Tomás, el novio de mi amiga Clara, ésta incluso, muy enfadada quería cortar aquello, que se tornaba demasiado "misterioso". Sin embargo casi automáticamente volvimos a intentarlo como si nada hubiera ocurrido. Colocamos las letras y situamos otra copa en el centro de aquella mesa redonda.

Esta vez casi no hubo que esperar para que la nueva copa comenzase a girar, de la misma forma que lo había hecho anteriormente para asombro de todos. Una vuelta, otra y otra, hasta hacer que nuestros ojos solo se centrasen en ella… De pronto paró en seco casi al borde de la mesa para situarse de nuevo en el centro. Todos nos miramos esperando alguna reacción, algún comentario… Los chicos se lo tomaban a broma y se reían como si aquello no fuera con ellos…

De un movimiento enérgico, la copa se dirigió a la N, luego a la O, luego J, hasta formar la frase que claramente decía: "No juguéis a la ouija". Así, tres veces seguidas. Tomás preguntó:

¿Quién eres?

Su respuesta no era otra que: "No juguéis a la ouija", "No juguéis a la ouija"…. Una y otra vez… incesantemente. Los movimientos seguían siendo enérgicos y el mensaje claro y contundente. Nuestros brazos se estiraban siguiendo el trazado veloz de la dichosa copa. Una nueva pregunta de Tomás que llevaba la voz cantante:

¿Por qué?

Entonces se detuvo en seco y se volvió a colocar en el centro. Parecía estar esperando esa pregunta. Yo estaba muy concentrada. Esa vez era muy distinta a las otras, esa copa parecía tener vida propia, lo hacía con movimientos demasiado rápidos y claros como para que alguien pudiera estar manipulándola.

El silencio se apoderó de la habitación, no se oía nada, solo nuestras propias respiraciones y jadeos después de haber hecho un ejercicio notable con tanto movimiento y el ruido del cristal sobre la mesa, un chirriante y tenebroso sonido. La copa fue marcando las letras despacio contestando la pregunta: "Esto no es un juego, si continuáis, pagareis las consecuencias…, estoy intentando ayudaros, dejadlo, dejadlo…"

Por un momento todos nos quedamos pensativos, como queriendo digerir de algún modo todo aquello con cierta lógica, pero nuestro pensamiento nos empujaba a no creer en nada de lo que nos contaba ese supuesto ente misterioso.

¿Quién está haciendo el tonto? – pregunté algo irritada y nadie respondió.

La copa empezó a moverse de nuevo y a transcribir cosas ininteligibles sin sentido ninguno, cosas que parecían dichas en otro idioma. Otra pregunta cayó sobre la mesa por parte de Pablo:

¿Quién eres?

La respuesta fue inmediata: "No puedo desvelar mi nombre, porque AZMODEO está cerca"…

¿Qué quieres? – preguntó Clara.

La siguiente frase era transcrita con mayor rapidez: "Solo quiero ayudaros, dejadlo ahora, sino seréis castigados, Azmodeo está cerca y os castigará"

¿Quién es Azmodeo? ¿dónde está? – fue una nueva pregunta.

Esta vez no respondió ninguna de las tres veces que se lo preguntamos. Pablo se levantó creyendo recordar ese nombre y al consultar en la enciclopedia buscamos ese enigmático nombre: Azmodeo es uno de los nombres de Satanás…

Al saber el significado nuestros dedos se separaron del frío cristal como si nos hubiera dado un calambre. Solamente los chicos volvieron a apoyarlos, lo que permitió que la copa siguiese pronunciando su mensaje. "Estoy atrapado, Azmodeo me persigue, solo os quiero ayudar, pero no me estáis haciendo caso, dejad de jugar"

Chicos deberíamos dejarlo – dijo Clara muy alarmada.

Yo también quería parar todo aquello de una vez, sin embargo los chicos que continuaban muy concentrados en la mesa no parecían estar muy en la labor de abandonar la sesión. La copa no paraba de enviar el mismo mensaje pidiendo que dejáramos de jugar…

¿Qué mensaje nos quiere enviar Azmodeo? – preguntó Pablo.

"Azmodeo os irá castigando por reíros… esto no es un juego… habéis abierto una puerta muy peligrosa que os atrapará… esto no es un juego…" repetía continuamente.

Después de enviar ese último aviso, la habitación comenzó a transformarse, como si quisiera difuminarse sobre nosotros… era como si girase sobre sí misma, como una atracción de feria que te nubla la vista y te hace sentir un mareo descontrolado, las lámparas se balanceaban, las copas sobre la estantería producían un ruido atronador y el suelo temblaba como una hoja bajo nuestros pies… La luz parpadeaba…y todo se convirtió en confusión, locura…

A partir de ese momento la copa se había pegado literalmente a nuestros dedos, con tanta fuerza que por mucho que intentáramos soltarla se hacía imposible y nuestros cuerpos se movían violentamente sobre la mesa persiguiéndola. "Estabais avisados, vais a sufrir las consecuencias" era el mensaje que se nos ofrecía esta vez. Clara comenzó a gritar, completamente histérica. Los mensajes seguían llegando: "Aquí está Azmodeo y vais a conocerle en todo su esplendor" repetía la copa mientras nuestros dedos pegados seguían el camino violento letra tras letra… sin poder escaparnos de aquella locura.

Por un momento la copa de cristal se convirtió en una bola de fuego produciendo un intenso dolor en nuestras manos que nos quemaban terriblemente ante nuestra impotencia de intentar soltarla ayudados incluso por nuestra otra mano. Nuestros cuerpos chocaban unos contra otros ante el intento de soltarnos, totalmente en vano. La copa seguía escribiendo su mensaje sin cesar. La habitación continuaba dando vueltas, las sillas giraban también sobre nosotros, provocándonos mareos y un estallido continuo de gritos y lamentos… el olor de la habitación se hizo fuerte, desagradable… profundamente nauseabundo. "Habéis entrado en mi reino y ahora estáis prisioneros en él" nos comunicaba aquel espíritu maligno que se había adueñado de nosotros.

Cuando miré a Pablo a mi derecha, me fijé que sus ojos estaban en blanco y que tenía unas convulsiones terribles, incontroladas. Clara estaba con la cabeza bamboleante, seguramente había perdido el conocimiento y Tomás me miraba fijamente como queriendo entender algo de lo que podía ocurrir, intentando sacar de mi algún mensaje, alguna explicación... "Ahora vais a ser míos, no podréis hacer nada, me pertenecéis…"

Cuando volví los ojos hacia la copa observé como todas nuestras manos emanaban una cantidad considerable de sangre poniendo todo de un color rojizo intenso que nos salpicaba a cada movimiento. Era todo tan rápido, tan violento, tan extraño, que no podíamos reaccionar ante nada. No sé como pero casi al unísono nos pudimos soltar.

De pronto la luz se apagó. Un grito de Clara es lo último que recuerdo… de aquella infernal sesión de ouija… Me desmayé.

Cuando desperté, me encontré tirada en el suelo. El silencio era total. Abrí los ojos intentando enfocar algo. A mi alrededor los cristales de la copa… las sillas esparcidas por el suelo junto a todas las letras. Debí perder el conocimiento durante un largo rato. Me levanté con un fuerte dolor de cabeza, pero no adivinaba a comprender que es lo que había ocurrido. Pablo se acercó a mi y me besó en la frente A mi derecha estaban Tomas y Clara que se acercaron a mi abrazándome también. Intentamos consolarnos mutuamente de alguna manera entre todos ante lo que había sido un drama terrible que acabábamos de vivir por aquel maldito juego.

Nunca debimos jugar y aprendimos a que nunca volveríamos a hacerlo.

No juguéis a la ouija.

Lydia
Categories:

0 comentarios:

Subscribe to RSS Feed Follow me on Twitter!