lunes, 19 de abril de 2010

Hoy lo he vuelto a hacer. He estado remoloneando durante unos cuantos minutos en recepción, haciéndome la despistada, esperando una vez más a que llegaras... como lo hago muchas mañanas ó más bien… casi todas las mañanas. Supongo que tú no te has dado cuenta nunca de nada, que tanta coincidencia para entrar juntos en el ascensor era por puro azar... o en el fondo creo que es así, que es mi suerte de poder tenerte cerca tantas veces. Es increíble, mucho antes de que llegues a la oficina, mi cuerpo se transforma: Noto cómo mi corazón late con muchísima fuerza, con tanta, que parece que se me va a salir por la boca. Mis manos sudan, mis piernas tiemblan, es una sensación extraña e incontrolable, pero me siento tremendamente excitada. En cuanto apareces, consigues que me moje, sí, aunque no lo creas, mi sexo palpita y cuando estas apenas a unos metros noto como la humedad llega ahí abajo, casi impulsada como un resorte. Me saludas, me sonríes y yo te devuelvo la sonrisa, pero imaginando que me estás abrazando con esas enormes manos, que acaricias mi cintura, que muerdes mi cuello... que estamos solos tú y yo, desnudos en el ascensor y que me haces ver el cielo, con esos ojos, con esa boca, con ese cuerpo... Más rápido de lo que siempre hubiera deseado llegamos a mi destino, justo un piso antes que el tuyo y vuelves a despedirte... a sonreírme de esa forma alucinante. Yo tengo que meterme en el baño con urgencia, porque como tantas mañanas he mojado mis braguitas. Sí, eres alucinante y nunca había sentido nada parecido con nadie. Si con solo verte, consigues ponerme tan cachonda, si llegaras a rozar mi cuerpo o me besases, me imagino que… me derretiría directamente.
Ya estoy contando las horas para volver a coincidir contigo mañana nuevamente en el ascensor...
Subscribe to RSS Feed Follow me on Twitter!