martes, 24 de abril de 2007

(Ejercicio - Títulos predefinidos)

"A tí"

Aun recuerdo como si fuera hoy la primera vez que me escribiste, dejándome tan sorprendida… y completamente impresionada. Aunque lo pareciera, aquel no fue un correo normal, fue algo muy especial, quizás ni te acuerdes, aunque es imposible, un momento como aquel ninguno de los dos podremos olvidarlo. Me río de pensar tu ocurrencia cuando me decías que eras una especie de diablillo que había quedado hechizado con uno de mis relatos y que habías conseguido colarte en mi corazón sin que apenas yo me diera cuenta, pero lo mejor de todo es que tú me causaste ese mismo efecto. Dicen que es la química y algunos podrán pensar si eso a través de la red es de algún modo posible, pues sí, sí que lo es… Algo nos atrajo y no me digas lo que fue, porque no lo sé.

Desde ese primer e-mail, empezamos a reír de todas esas cosas comunes que nos pasaban, como dos chiquillos, como dos almas gemelas, con esas ingeniosidades tuyas para hacerme reír continuamente y conseguir en relativamente poco tiempo que tuviéramos algo más que un intercambio diario de correos… algo más que una amistad normal y corriente. Nuestra relación pasó a ser de "complicidad total" como tú me decías, de cariño sincero a admiración mutua y sobretodo de una gran atracción, algo que nos mantenía vivos y expectantes a la llegada de un nuevo mensaje del otro.
Nuestras cartas fueron tomando color, pero pasando directamente a un rojo ardiente, el día aquel en que me dijiste lo caliente que estabas y lo mucho que me deseabas. Lo nuestro pasó a ser más que feeling, más que confabulación, en un deseo mutuo que se fue intensificando. A pesar de ser nuestra timidez, no dejábamos escapar nuestras más fogosas pasiones a la hora de excitarnos, de calentarnos de una forma increíble en cada mensaje. Aquello se convirtió en una droga para los dos. Yo quedé enganchada a ti y tú… de mí.

Aquellas frases tuyas estaban cargadas de apasionamiento, de un calor que hacía que yo me contagiase de ese ardor con suma facilidad, para llegar a sentir que estabas ahí a mi lado, no solo deseándote, sino, sintiéndote. Nadie me había proporcionado ese placer a tan larga distancia, nadie había conseguido acelerar mi corazón como tú lo hacías. Nadie me llevó a esos rincones ocultos como tú. La necesidad de tenerte se acrecentaba cada día.

Cuando dimos el paso de dejar nuestros mensajes apasionados para continuarlos por teléfono, todos los sentidos se multiplicaron hasta llegar a ser nuestra inevitable dosis diaria… creándonos una adicción difícil de superar. Ninguno pretendíamos haber llegado a tanto, pero el caso es que no nos conformábamos con cualquier cosa, sino con un sexo pasional, salvaje y más que real al otro lado del hilo. Nos excitábamos con solo oír la voz tan deseada. Las palabras eran tan calientes, cuando nos susurrábamos, cuando nos contábamos aquellas cosas… Al principio yo me mostraba más cortada, pero después mis palabras salían con más furia. Ya no nos limitábamos a decir solamente lo suave, sino lo mucho que nos necesitábamos hasta el punto de encendernos a más no poder. Tú desde casa, junto a tu mujer, que no sabía de tus juegos y yo en la mía con mi novio algo mosqueado que intentaba adivinar quién estaba al otro lado de una conversación llena de risas y susurros. Lograbas hacerme estremecer con esas frases y provocabas en mí unas sensaciones fascinantes. Era todo tan latente, tan sentido, que soñábamos con que aquello nos estaba ocurriendo en la realidad… en vivo, imaginando como tu mano se colaba traviesa por mi escote o entre mis muslos y yo al tiempo creyéndome que acariciaba tu torso desnudo, que podía palpar tu vientre, tus brazos, morder tu cuello…

La noche aquella tan memorable que tantas veces hemos recordado, en que hablábamos al principio de cosas sin importancia, donde incluso llegamos a discutir con la posibilidad de acabar con nuestro juego secreto… fue incluso más intensa que las demás. Cuando entrábamos en nuestro pequeño mundo más íntimo, donde solo estábamos tú y yo, nadie más, ni tu mujer a poca distancia, ni el mosqueado de mi novio dormido en la habitación de al lado podían impedir nuestros juegos. Ese día estábamos dispuestos a todo, como si nadie más existiera en el mundo. Creo que ese riesgo nos mantenía con mayor excitación y con un morbo añadido lleno de erotismo y de locura desenfrenada. Nuestras voces eran de plena fogosidad, con la posibilidad de ser escuchados, con el miedo a ser descubiertos… Cuando me relatabas lo que me harías, yo te pedía silencio, te rogaba que no lo dijeras, pero era falsa mi petición, porque lo que más me apetecía era escucharte esas cosas que iban calentándome más y más, llamándome "zorrita", como si realmente me lo estuvieras susurrando al oído.

Saber que mis palabras te estimulaban, me llenaba de un entusiasmo enorme. Saber que estabas empalmado me hacía mojarme, más cuando me llamabas "guarra", más cuando yo te decía "cabrón como me pones…" Jugabas a ser perverso y cada vez lo eras más hasta ser mi diablillo particular, ese que despertaba mis instintos más animales, más pasionales. Conseguiste ponerme más cachonda que nunca aquella noche. La humedad y el cosquilleo en mi sexo eran más que palpables. Me estremezco solo de recordarlo…

No sé como lo hicimos, pero ese día no éramos dueños de nosotros mismos, estábamos completamente locos, poseídos por la sensualidad del momento, por la pasión más irrefrenable y acabamos acariciándonos como si fuera el otro quien lo hiciera. Pasaba mi dedo por mi rajita y me parecía que era el tuyo realmente, mientras tu voz al otro lado susurraba las frases prohibidas, las palabras más ardientes y yo hacía lo mismo, provocándote, incitándote… me decías que te estabas acariciando de igual manera imaginando que era mi mano la que tenía agarrado tu miembro de tal forma que no faltaba mucho para que acabases derramándolo todo sobre la alfombra. Esa fue nuestra última llamada, nuestra promesa a que aquello nos volvería completamente locos y que nuestro deseo nos iba a costar caro…

Ahora ha llegado el momento, lo más decisivo de todos nuestros encuentros, cuando ayer me enviaste un mensaje diciendo que nos encontráramos, que diéramos el paso a sabiendas que hoy pudiera ser nuestra despedida, pero que tendríamos que vernos de una vez por todas… era y es necesario. Es nuestro momento, vernos cara a cara. Me parece una auténtica locura, porque a pesar de nuestras cartas, a pesar de todo el tiempo que hemos pasado tan cerca solo separados por el teléfono, ahora estoy asustada, tremendamente aterrada sin embargo mi deseo es cada vez mayor: Quiero abrazarte, sentirte... No nos conocemos de nada, ni siquiera una foto… y al mismo tiempo sabemos todo el uno del otro. Es tanto lo que te empuja a verte que estoy dispuesta a arriesgarme… a llevar nuestros sueños y fantasías a la realidad, cueste lo que cueste y olvidarme de todo lo demás. Quiero abrazarte en vivo, no puedo esperar por más tiempo conocerte personalmente y no me importa si puedas ser tan diferente a como te tengo fabricado en mi mente. Aun no te conozco pero te deseo de tal manera, que no me importa nada más. Quiero abrazarte, besarte, chuparte, que me digas al oído todas esas cosas que antes me nombrabas al teléfono, aquellas que quiero escuchar con tus labios pegados a mi oído. Quiero que tu lengua me recorra entera y quiero ser tuya, completamente tuya… Tu zorrita está dispuesta a todo, a complacerte y a morirse de gusto junto a tí.

Estoy esperándote aquí, en la cafetería y observando cada hombre que entra esperando que uno de ellos seas tú, se acerque y me diga un "hola bomboncito" y aunque no sepa como es tu cara, sé que te reconoceré. Lo presiento.

Posiblemente tú sepas quién soy, porque tal y como me pediste, me puse ese ceñido jersey rojo que tantas veces imaginaste, mis botas negras altas y la minifalda de cuadritos sin nada debajo. Solamente, como a ti te gusta.

Lydia

miércoles, 18 de abril de 2007

De un tiempo a esta parte me rondaba la idea de hacer un regalo especial a mi novio: Algo morboso… excitante a la vez y de paso que me resultara satisfactorio a mi misma. En principio pensé en algún juguetito que le diera mayor estímulo a nuestra vida sexual y de paso que fuera novedoso. Lo que no imaginaba es que el azar iba a organizarlo todo casi sin darme cuenta.

La cosa empezó una tarde charlando con mi gran amiga Nuria, sentadas en la terraza de un bar, con varias cervecitas frescas encima y con el intercambio de cotilleos y charlas sobre nuestras respectivas canitas al aire. Pero su historia me dejó alucinada.

- Lydia, las dos coincidimos que cuando nos apetece, nos damos un revolcón, si el momento y el tipo en cuestión lo merecen, con el morbo añadido que tiene eso de engañar a tu pareja ¿no es cierto?

- La verdad es que sí, lo de poner los cuernos como que pone bastante…

- Pues ellos también tienen derecho, mujer. Yo creo que los celos es un mal invento, no sé a quién se le habrá ocurrido. Debemos pensar en positivo con todo esto y ser más tolerantes.
- Bueno Nuria, no es lo mismo ponerlos a que te los pongan. Desde luego, donde esté un polvo robado que se quite todo lo demás, pero siempre que sea yo la protagonista, no cuando soy la víctima…. Ya me entiendes… los cuernos no me quedan muy bien…

- Vaya morro que tienes, o sea que tu sí y él no.

- Es que no da el mismo gustito, hija ¿Qué quieres que te diga?

- Eso creía yo. – añadió ella.

- ¿Cómo que creías?

- Pues que el morbo de engañar y todo eso… está bien, pero sentirse engañada lo puede ser aun más.

- No te entiendo, Nuria.

- Pues el hecho de saber que tu chico te engaña a ti.

- Bueno, eso lo sé de sobra o mejor dicho lo intuyo… pero no le veo la gracia o el morbo por ningún lado.

- No, no me refiero exactamente a eso de intuirlo, saberlo o sospecharlo. Está claro que a todas se nos pasa por la cabeza, pero ¿no te has puesto a pensar lo que sería verlo con tus propios ojos? – me preguntaba mi amiga mirándome fijamente.

- Si, sí que me lo imagino. Me veo saltando sobre él, arrancándole los ojos… y a la guarra que esté debajo, también…

- Jajajaja…. Es verdad, esa puede ser la primera reacción…

- ¡Nuria! La primera y la única, supongo…

- Pues no querida, también pensaba así, pero descubrí que lejos de incomodarme, la cosa me proporcionaba un placer que nunca antes había sentido.

- ¿Quieres decir que…? ¿Tú…?

- Sí, sí, no me mires así. Puede parecerte una locura...

- ¿Entonces? – le pregunté incrédula.

- Verás: Hace un tiempo tuve la oportunidad de demostrarme a mí misma que mi novio era un sinvergüenza, lo sabía a todas luces, pero mis sospechas, no eran más que eso: sospechas. Pensaba lo mismo que tú, hasta que le pillé con mi prima Carla, ¿La recuerdas?

- ¿Carla?, ¿Tu primita, la pelirroja? ¿Pero no es una cría?

- Bueno, tiene ya 17 años.

- Menuda zorrita…

- Pues esa. Me la encontré follando en el coche con Víctor y no lo pasaban del todo mal.

- Me dejas de piedra, Nuria ¿Quieres decir que ella…? ¿Con tu Víctor…?

- Sí, en ese primer momento quería morirme y que la tierra me tragara, pero instantes después comencé a sentir algo extraño, una especie de gusto interior que no podía controlar, no te lo puedo explicar… pero créeme que me excité como nunca, de una manera sorprendente.

Nuria hizo un silencio y bebió un trago de su copa. Yo estaba alucinando pero intrigadísima y con unas ganas tremendas de saber el final de la historia.

- ¿Y que pasó? – le pregunté impaciente. - ¿Qué hiciste?

- Nada, no hice nada.

- ¿Pero…?

- Bueno, pues esperé escondida a que fueran desarrollándose los acontecimientos, observándoles a cierta distancia sin problemas y al final me acerqué lo más que pude y después ¿qué iba a hacer? Pues masturbarme viendo aquella escena. Ese ha sido uno de los mejores orgasmos de mi vida.

- ¡Pero Nuria!

- Te pareceré una loca ¿verdad? Pues la cosa no quedó ahí, he seguido espiándoles durante mucho tiempo, observándoles y calentándome cada vez que lo he hecho.

Mi amiga me contó, a partir de ese momento lo acontecido ante mi atónita mirada, buscando a la pareja traidora y excitándose viéndoles en acción. Según me decía, fueron pasando los días y no conformándose con eso, fue más allá, llegando a comentárselo a su prima Carla e implicándola en su juego de mirona, para permitirle observar cómodamente como su propia pareja, su novio de toda la vida, se follaba a su primita a poca distancia, vamos, delante de sus narices. No podía comprender como se podía llegar a algo así y menos entender esa sensación de placer de ver a tu chico en brazos de otra, de alguien tan cercano, disfrutando al máximo… hasta llegar a una excitación fuera de lo normal.

No dejé de darle vueltas a ese pensamiento durante el resto del día. En el fondo ni yo misma quería reconocer lo cachonda que me puso toda esa historia, más pensando en si me pudiera ocurrir a mí.

Esa noche, durante la cena con mi novio, la idea no cesaba de dar vueltas en mi cabeza imaginando a Pablo con otra…

- ¿Por qué me miras así? – me preguntó él repentinamente ante mi mirada ida.

- No, por nada… - disimulé queriendo ocultar mis pensamientos más trasnochados.

Charlamos, como siempre de diversas cosas, de cómo nos había ido el día a cada uno y yo misma intentaba abandonar de mi cabeza la locura de mi amiga y alejar esas ideas que me parecían absurdas.

- ¿Y tú que has hecho hoy? – me preguntó

- ¿Yo? – por un momento creo que me sonrojé sin saber por qué.

- Si, ¿qué has hecho de particular?

- Estuve de compras… con Nuria. – Hice una pausa al nombrarla y volví a sentir cierto calor en mis mejillas pero esa vez no era de vergüenza precisamente, era un calor que salía de mi interior, viendo además que Pablo se quedaba callado.

De sobra sabía que mi novio miraba a Nuria con ojos golositos, cada vez que habíamos ido juntas las dos parejas o cuando en alguna ocasión había tenido la oportunidad de verla en casa, de compras, en la playa… y lo cierto es que no era para menos: Mi amiga es muy guapa, de las espectaculares: morena con unos ojos claros color avellana, una boca sensual y un cuerpo precioso, además de tener unas tetas que no pasan desapercibidas precisamente… y con el añadido de su simpatía desbordante.

- Te acuerdas de Nuria ¿Verdad Pablo? – le añadí con cierta inocencia fingida.

- Sí, claro.

- ¿Y que te parece?

- ¿Qué me parece de qué…?

- Pues eso, ¿Cómo la ves?

- Pues muy maja, ya lo sabes, me cae muy bien, es una tía muy simpática.

- Y está muy buena ¿no?

- Joder Lydia…

- ¿Qué pasa? ¿Está buena o no está buena? – Al preguntar eso sentí que mis pezones se endurecían por momentos con las ideas que iban llegando a mi mente calenturienta.

- Pues sí, está muy bien.

- Bueno Pablo, pero eso es algo muy genérico…

- ¿Qué quieres que te diga?

- ¿Pues que si tiene un polvo…?

- ¿Pero qué preguntas me haces, cariño?

- Se que es una chica dulce, sensual, con un tipazo, vamos, el sueño de cualquier hombre… ¿Te acuerdas cuando fuimos hace poco con ella a la piscina? ¿Con aquel bikini blanco tan pequeñito?

- Que tonta eres Lydia… Ya te tengo a ti.

- Entonces, ¿Yo estoy más buena que ella?

- Joder, ¿Qué es esto? Pues no sé, para mí sí, eres mi novia… sois distintas.

- A ver Pablo, no mezcles las cosas, que yo sea tu novia no tiene nada que ver, no te estoy preguntando si me quieres más a mi. ¿En qué somos distintas? – A medida que le iba preguntando cosas más directas, el grado de mi excitación aumentaba e imaginaba que el de él también.

- Pues ella es más alta que tú… tú eres rubia, ella morena…

- ¿Y que más?

- ¿Qué más de qué?

- De tetas…

- ¿Qué quieres decir?

- Pues que tiene unas tetas impresionantes y yo… más bien normalitas, ¿no me vengas ahora que no te has fijado?

- Pues sí, son más grandes que las tuyas… Pero… ¿Qué es todo esto?

- Bueno, no te enfades hombre, solo estoy preguntándote.

- Ya pero es que te pasas…. hay cosas…

Pablo se levantó queriendo cerrar definitivamente la conversación, mostrando cara de enfado, ya que se encontraba muy incómodo con todo aquello. Sin embargo la charla con mi amiga había provocado en mí algo más que curiosidad y estaba viviendo de primera mano las mismas sensaciones que ella me había contado en aquella conversación. Llegué incluso a quererlo borrar de mi cabeza, pero no iba a ser fácil, pues la idea me atraía cada vez más.

Una semana más tarde quedé con mi cómplice en el mismo lugar donde me había confesado sus más íntimas fechorías con su novio y su prima.

- Nuria, ¿te acuerdas de lo que me contaste el otro día?

- Si guapa, perdona, habrás pensado que estaba como una cabra… no sé como te dije aquello, supongo que las cervezas…

- No, no, si ahora que me lo has contado me siento intrigadísima.

- ¿Ah sí?

- Por supuesto, la idea no me parece tan descabellada después de todo.

- Vaya Lydia, ahora la sorprendida soy yo.

- ¿Tú que opinas de Pablo? – le pregunté de repente.

- ¿Qué opino?, ¿Qué podrías pillarle? Pues claro, si tú misma me has dicho lo fácil que es que te los esté poniendo… así que si quieres probar la sensación de ser voyeur…

- No, no me refiero a eso, Nuria. De sobra sé lo canalla que puede llegar a ser.

- ¿Entonces? – exclamó intrigada.

- Pues que me gustaría planificarlo todo y ser testigo de primera fila y de cada detalle, como hiciste tú al final con tu prima Carla, no sé… con alguien de confianza.

Cuando le solté aquella frase me di cuenta que me estaba entendiendo mejor de lo tonta que ella se estaba queriendo hacer.

- Vaya, pareces más perversa que yo. Planificación desde el principio, para que luego digas que la loca era yo…jajaja…

- Ya sabes como soy...

- ¿Y…? ¿En quién has pensado para semejante labor, si se puede saber? – añadió ella.

- Pues… en ti.

- ¡Lydia!

- ¿Qué pasa?

- De ninguna manera. Olvídate ¿vale?

- Pero Nuria… ¿Por qué?

- Pues porque no… soy tu amiga, soy amiga de tu novio y… no, no, imposible.

- Entonces es por Pablo… ¿no te gusta?

- ¿Qué dices? Está buenísimo… bueno, quiero decir que no, que me gusta, osea, no me líes… que no.

- Jajaja…. Pues él opina lo mismo de ti.

Guardó silencio y se me quedó mirando fijamente. Tanto ella como yo sabíamos que mi perversión estaba llegando a cotas inalcanzadas hasta ese momento pero al mismo tiempo aquello me proporcionaba un regustillo interior difícil de definir y supongo que a ella también.

- ¿En serio? ¿Qué te ha dicho de mí? – preguntó intrigada.

- Pues que eres muy guapa, que estás muy buena, que también le gustas, que tienes unas tetas enormes y preciosas.

- ¡Venga ya!

- Te lo juro.

Nuria llegó a ruborizarse, no sé si muy bien por todos esos cumplidos por parte de mi chico o por ser yo su mejor amiga quien se lo estaba contando y sentirse mal por eso.

- Lydia, pero yo no puedo… comprende mi situación, yo no podría hacerte eso.

- Pero, si te lo estoy pidiendo yo…

- Ya pero…

- Bueno mira, hacemos una cosa: Probamos hasta donde puede llegar él o hasta donde puedes llegar tú, solo quiero que me hagas el favor de saber que se siente al observarlo y quiero que sea con una persona que quiero…

Aun no sé como Nuria llegó a aceptar tan rápidamente, pero me vio tan lanzada, decidida, ilusionada, que un “no” era lo último en querer obsequiarme.

Unos días más tarde, tal y como planeé con ella, la invité a cenar en casa y le pedí que se pusiera el atuendo más sexy posible. Quería percibir de primera mano o a primera vista, las sensaciones de ver a Pablo devorándola con la mirada en un principio y seguir un guión de lo más perverso y premeditado después que con solo con imaginar, me hacía calentar más y más. Además durante esos días había estado alentando a mi novio con las virtudes de Nuria y sacándole incluso los colores cuando le enfaticé sus hermosas dotes naturales.

Tras preparar la cena, a las diez en punto, como había pactado con mi amiga, me metí en la ducha para que fuera Pablo quien abriese la puerta a la llegada de nuestra invitada especial. Yo preparé el plan de manera tal que dejé el agua de la ducha corriendo haciendo creer que estaba yo allí, pero mi posición era como la de un pequeño depredador escondido tras el quicio de la puerta observando a sus “presas” en los movimientos y acciones de ambos.

La vestimenta de Nuria cuando Pablo abrió la puerta le dejó sin duda totalmente impresionado, y a mi también, pues solo por eso ya me sentí nerviosamente cachonda sin haber ocurrido nada todavía. Lucía una camiseta ajustada que resaltaba un escote voluminoso debido a su prominente pecho y unos pantalones vaqueros negros ceñidos de talle bajo de los que sobresalía un tanga blanco con encaje de florecitas. Estaba más que sensual. Un bomboncito envuelto en el mejor papel.

- Hola Pablo – saludó con entusiasmo mi amiga para asegurarse que yo la oía.

- Hola – contestó él casi inaudiblemente y con evidente nerviosismo.

- ¡Que guapísimo estás! – soltó agarrando una mano de mi chico y revisándole de arriba abajo.

Lo cierto es que no me había percatado hasta ese momento lo guapo que se había puesto Pablo luciendo sus mejores galas ante la llegada de nuestra invitada: esa camiseta ajustada que tanto me gusta y unos tejanos que también le sientan de maravilla.

- Tu si que estás guapa – contestó él casi inevitablemente ante la deslumbrante belleza de mi amiga.

- Gracias. Bueno… ¿Es que no me vas a dar un par de besos?

La respuesta a la petición de mi amiga no se hizo esperar aunque con cierto apuro por parte de él, sobretodo cuando ella pegó literalmente sus tetas sobre su pecho y sus labios muy cerca de la comisura de los suyos.

- Mmmm, que bien hueles – dijo ella con toda la insinuación del mundo pegando su cara al cuello de mi hombre.

Todo estaba saliendo según el plan previsto, viendo por un lado a mi amiga desempeñando magníficamente su papel y por otro a mi chico envuelto en una trampa de la que le iba a ser difícil escapar.

- ¿Quieres tomar algo? – le preguntó Pablo intentando desembarazarse de tan complicada situación.

- Sí, algo fuerte… - contestó ella en su afán de mostrar sus dotes de perrita caliente y lo cierto es que lo hacía de maravilla.

Seguí observando durante un buen rato todos los movimientos de ambos. Por un lado veía los ataques de ella y la cierta resistencia que quería demostrar él, aunque en el fondo sabía cuanto le atraía mi amiga y viceversa. Esa situación y el morbo de estar espiándoles era superior a mí. Al fin aparecí en escena con mi pelo mojado disimulando como si de verdad acabara de tomar una ducha, cuando lo que realmente había hecho era seguir animándome con aquel espionaje en una situación nueva para mi… y muy morbosa, por cierto.

- ¡Que guapa estás! – Le dije a Nuria haciéndome de nuevas al verla con aquella vestimenta tan atrevida y que ciertamente le quedaba de maravilla.

- Gracias, bueno quise ponerme “atrastiva”

Nos reímos ambas ante esa palabra que utilizamos de vez en cuando a modo broma y que esa vez tenía un doble sentido. Sin embargo, lo que yo deseaba era volver a espiarlos escondida, pues jugar a ese juego estando yo presente no tenía los mismos alicientes. Durante la cena, Nuria se mostró ante Pablo excesivamente cariñosa, provocativa y sensual, procurando disimular en mi presencia para no levantar sospechas, pero mostrando todo su armamento sofisticado en un papel que representaba de maravilla. En un momento que acudí a la cocina me quedé en el pasillo escuchando, esa vez sin ver, pero sí oyéndoles.

- Oye Pablo, te noto algo cortado… - comentaba ella.

- ¿Yo? ¿Por qué?

- No sé, casi no me miras el escote… ¿no te gusta mi canalillo?

- Esto… yo…

- Vamos hombre, no seas tímido, se que te gustan mis tetas ¿no?

- Nuria, por favor… -contestaba apuradísimo Pablo y yo viendo qque la cosa no tenía mucha salida intenté aportar algo para ayudar a la “causa”.

- ¿Qué si le gustan?... ¡le encantan! – intervine entrando en escena nuevamente en el comedor.

- ¡Lydia! – contestó nerviosamente Pablo.

- ¿Ah si? – añadió Nuria intentando buscar los ojos azorados de mi chico.

- No hagas caso a esta, te está vacilando. – añadió él.

- ¿Vacilando? De eso nada, el otro día te pregunté si te gustaban las tetas de Nuria y me dijiste que sí.

Me volví a la cocina con los platos sucios dejando el asunto cortado en ese punto y esperando algún tipo de reacción, imaginando que después de mi “ayudita” la cosa pintase mejor para cumplir nuestro objetivo: Que no le costase tanto avanzar con Nuria hasta tirársela, algo que cada vez me ponía más, me encendía de una manera demencial. Volví a quedarme sigilosamente en el pasillo esperando las reacciones de ambos, pero Pablo no respondía a las continuas insinuaciones que le hacían tan claramente.

- Bueno, no te sientas mal porque te gusten mis tetas, es normal, son las que más gustan a los chicos, ya sabes, talla XL…jajaja… y tú también me gustas mucho a mí, no tiene nada de particular. Ya me he dado cuenta que te fijas y… entre tú y yo, ahora que no esta Lydia, me pongo muy cachonda con eso.

No veía la cara de mi novio, pero debía ser todo un poema y a mí aquello me calentaba un montón. Era realmente cierta la teoría de mi amiga, ya que la sensación era indescriptible.

- No veas la suerte que tiene Lydia de tenerte… tienes un revolcón. – añadió ella.

- Nuria por favor… - dijo él tímidamente.

- ¿Qué pasa? ¿No puedo decirlo?, hay confianza… las cosas como son, ¿acaso no te gusto yo también? ¿no tendrías una aventura conmigo?

Otro silencio y yo esperando las expectativas… No quise aguardar más tiempo y continuando por el pasillo me dirigí en busca del postre para que no se mosqueara mi chico, pero en ese momento en el que entraba en la cocina, llegó Nuria tras de mí.

- Joder Lydia, vaya palo…

- ¿Qué pasa?

- Pues creo que no va a funcionar.

- Pero ¿eres tonta? Si lo estás haciendo de maravilla.

- Ya pero no sé, no le veo muy puesto… creo que no le gusto como decías.

- Pero Nuria, ¿qué dices? Te aseguro que está coladito por ti. Está cortado, solo es eso.

- Pero yo además… no puedo… me da no se qué... somos amigas…

- Escucha, yo te he metido en esto y ahora más que nunca deseo que llegues hasta el final, estoy cachondísima perdida, más caliente que un horno. No voy a guardarte rencor ni nada parecido, todo lo contrario, lo que más deseo es verte follar con Pablo, que le devores… que te devore… Lo deseo con toda mi alma y sobretodo que sea contigo, con mi mejor amiga.

Después de convencer a Nuria con aquellas palabras ciertas y contundentes volvimos ambas junto a mi chico y le seguimos animando un poco con directas e indirectas, pero seguía firme, posiblemente aturdido por la situación de verse acorralado y haciéndonos en una ocasión la temida pregunta:

- ¿Qué os pasa a vosotras dos?

Debía estar muy mosqueado y lógicamente cortado con Nuria, sobretodo estando yo presente. Me ausenté en otro momento del comedor con la excusa de fregar los platos permaneciendo escondida tras la puerta del pasillo, observando por la pequeña rendija que me permitía una panorámica más o menos clara de lo que ocurría en la habitación con ellos dos solos. Nuria puso una música melosa e invitó a Pablo a acompañarla… Seguía cortado, pero ella le incitaba agarrando sus brazos y colocándolos sobre su cintura, sobre sus caderas, invitándole a participar en ese baile sensual. Esas escenas y el hecho de estar oculta me ponía super fogosa. Al son de aquella balada los cuerpos se pegaban cada vez más y a pesar de no oír a mi novio que hablaba bajito por miedo a que yo pudiera escucharle, intuía las respuestas de ella que inteligentemente traducía y repetía en voz alta para que yo pudiera entenderlas claramente desde mi escondite.

- No seas tonto Pablo, pégate a mí, no te voy a morder… Ahora mismo con el vino que he tomado estoy algo borrachilla y puedes hacer conmigo lo que quieras. ¿No te gustan mis tetas blanditas sobre tu pecho?

De nuevo él decía algo pero tan bajo que no podía escuchar y ella volvía a repetirlo.

- ¿Lydia? No te preocupes por ella, no se entera…este es nuestro secreto…

Mi amiga hacía lo indecible, ya pasaba de las insinuaciones a los hechos acariciando la espalda de mi novio y el culo después, sin dejar de repetirle cosas como:

- ¿Sabes? Me estoy poniendo cachonda con esta música y bailando contigo.

De nuevo la respuesta inaudible de mi novio.

- ¿Parar? ¿Qué dices? Estoy mojadita con este baile, no lo vamos a cortar ahora – repetía ella.

Tuve que volver después de mi supuesta ausencia en la cocina y los dos se separaron casi al instante al verme llegar: Él, muy avergonzado por la situación y ella haciendo el papel de zorrita despistada. En un momento que Pablo se fue al baño, Nuria volvió a decirme las dificultades por las que estaba pasando para convencer a mi chico de avanzar en algo en esa supuesta “traición concertada”.

- No consigo nada con Pablo… no creo que caiga en la trampa.

- Pero si eres un bombón, ¿cómo va a desaprovechar esta oportunidad? Este entra hasta adentro… nunca mejor dicho…jajaja… además le tienes calentísimo…

- No, sí ya sé que le gusto, lo noto, pero está muy cortado…

- Quizás no sea buena idea hacer esto aquí.

- Claro, quizás no avancemos por eso.

- Se me ocurre una idea. – dije de pronto.

- Dime, yo ya estoy más caliente que otra cosa.

- Pues creo que lo mejor es buscar otro terreno más propicio, llevarle a tu casa, por ejemplo, con la excusa de algo… no sé.

En ese momento Pablo regresó al comedor y Nuria había entendido perfectamente mi idea. Disimuló lo justo y tras unos minutos con gran habilidad le expuso que tenía un problema con el aire acondicionado de su casa y que pasaba un calor terrible.

- ¿No llamaste al técnico? – preguntó Pablo no sé si con inocencia, con disimulo o como queriéndose quitar el problema de encima.

- Pero Pablo – comenté yo – pero si tu eres un artista y un experto de todos esos chismes, seguro que es una tontería y se lo arreglas, no va a llamar a un técnico, que cobran por respirar, teniéndote a ti…

- No soy un experto precisamente, soy electrónico, nada más…

- Bueno, no se hable más, se lo miras y ya está, ¿a que sí cariño? – sentencié ante la sonrisa de ella y la aceptación más o menos comprometida de él.

Por un momento se me pasó por la cabeza que Pablo no quisiera engañarme con Nuria y que todo nuestro esfuerzo fuera en vano, pero aun así, me sentía satisfecha y altamente acalorada por esa situación y todo lo vivido hasta ese momento, pensando que tal vez eso podría ser todavía más excitante de lo imaginable.

- ¿Podrías venir mañana?... Es sábado…

- Sí, no tenemos que hacer nada… - intervine rápidamente para evitar cualquier disculpa por parte de Pablo.

- Pero… ¿no íbamos de compras? – dijo él con el miedo de poder ser devorado por aquella mujer y al tiempo íntima amiga mía con el riesgo que eso conlleva.

- Si, mejor voy yo sola de compras y así le arreglas eso tranquilamente. – añadí terminando la conversación y cerrando cualquier resquicio por donde él intentara escapar.

Después de la cena nos despedimos de Nuria y ciertamente ella lo hizo con cierta sensualidad con mi chico y quedamos en que él fuera a hacerle “el arreglito”.

A la mañana siguiente salí de casa más temprano que Pablo con la idea de ir de compras a primera hora, sin que supiera que realmente a donde me dirigía era a la casa de mi amiga para esconderme y ser espectadora privilegiada de todos los acontecimientos.

- Estoy nerviosa y cachondísima con todo esto. – le dije a Nuria.

- Pues yo también. ¿Estas segura de que siga adelante?

- Por supuesto. Completamente convencida y mojadita antes de empezar.

Al cabo de un rato sonó el timbre. Rápidamente me escondí en el armario de su dormitorio para observar desde allí a través de un pequeño respiradero todo lo que sucedía en aquella habitación. A los pocos minutos apareció Pablo en escena con un pequeño maletín con sus herramientas. Nuria se había puesto de lo más sexy y no pasó desapercibida para él, desde luego. Un short superajustado que mostraba los cachetes del inicio de su redondo culito y una camiseta suelta pero muy corta, tanto que si se agachaba o se estiraba se le verían claramente las tetas. Ella se puso de puntillas, pegó su pecho al de mi novio y le besó muy tiernamente en la mejilla.

- Que bien Pablo, eres un cielo, cuanto te quiero... – dijo ella acariciando su espalda sin dejar de juntarse al cuerpo de él y ronroneando como una gatita caliente.

La muy perversa se pegó aun más y siguió subiendo su mano por el cuello acariciando su nuca y apretujando incesantemente sus enormes globos contra el tórax de mi chico, algo que causó el primer efecto deseado.

- Vaya Pablo… creo que hay alguien que se ha alegrado de verme – dijo Nuria separándose de mi novio refiriéndose a la erección que había provocado aquello.

- Perdona… Nuria… yo… - comentaba apuradísimo y girándose hacia un lado.

- ¿Perdonar? Es un honor hijo mío y vaya pedazo de honor… - añadió apretando con su mano la polla de Pablo que al tiempo intentaba zafarse de ella.

- Nuria, por favor…

Mi chico le pidió de manera algo tajante que le dijera el motivo de la avería y ella se lo indicó, no sin antes guiñarme un ojo en señal de complicidad. Aquella situación era altamente morbosa, tanto que cada paso y cada sensación producían un gusto interior que no había sentido hasta entonces. Me despojé de la camiseta, no se muy bien si por el calor de estar metida dentro del guardarropa o por la temperatura de mi propio cuerpo y lo que acontecía. Mientras, Pablo se puso a desmontar el aparato de aire acondicionado intentando olvidar lo sucedido y queriendo borrar de su cabeza cualquier roce comprometido con mi amiga. Yo por un lado estaba furiosa, casi me daban ganas de salir y decirle si era un poco idiota ante semejante oportunidad, pero Nuria sabía como llevarle y lo hacía francamente bien.

- Bueno mientras tu vas mirando eso, yo aprovecho y me doy una duchita, con este calor estoy empapada… tengo todo el cuerpo sudado.

Mi chico asintió sin decir nada. Le imaginaba tan caliente o más que yo misma y de manera casi inconsciente empecé a tocarme por debajo de la falda acariciando mi chochito.

Nuria no tardó mucho en la ducha y salió envuelta en una toalla minúscula que mostraba sus muslos en toda su intensidad y tapaba su voluminoso pecho a duras penas.

- Ay que a gusto me he quedado – dijo – si no te importa me cambio aquí mismo, hay confianza.

- Esto… sí… yo… vale, no te preocupes que no me vuelvo. – contestó de él dándole la espalda educadamente.

Era increíble, no podía entender que todos los esfuerzos de mi preciosa amiga no tuvieran el menor efecto sobre él, al menos no el deseado, pues me imaginaba que mi novio caería mucho más rápido en aquellas redes, sin embargo el hecho de tratarse de mi mejor amiga, le impedía poder actuar a sus anchas. Cualquiera en su caso no hubiera perdido el tiempo ante una propuesta tan evidente y reveladora. Pero muy caballeroso se quedó arreglando el aparato en cuestión sin volver la vista en ningún momento ante el cuerpo desnudo de ella, que tardó intencionadamente en ponerse algo. Yo miraba desde mi parapeto sus armoniosas curvas y como se acercaba hacia mí abriendo de repente el armario. Me quedé de piedra, pero mi amiga estaba tan segura que Pablo no se volvería a mirar que lo hizo con toda naturalidad. Sacó de uno de los cajones una diminuta braguita tipo tanga de color negro que se puso lentamente y sin cerrar la puerta, algo que me encendía incluso más. Luego se colocó la parte de arriba, que era un sujetador minúsculo que realzaba su pecho ostensiblemente y después la cerró por fin para que yo siguiera observando por aquel pequeño respiradero enrejado.

- Pablo, puedes volverte ya… por cierto ¿Me haces un favor?

Cuando este se dio la vuelta abrió los ojos como platos y desde luego no era para menos. Nuria llevaba aquella diminuta vestimenta que tapaba lo justo: Con una minúscula braguita apenas cubría su chochito y una tirilla que se ubicaba entre sus respingones cachetes del culo. Ante sus enormes tetas tan solo cubría poco más que los pezones sobresaliendo todas sus curvas de aquella pequeña prenda.

- Esto… sí… que… - articulaba difícilmente mi novio.

- ¿Puedes decirme como me queda este tanga? – añadió ella girando sobre sí misma

- ¿Yo?... pues… divinamente, claro…

- ¿En serio? ¿Me queda bien?

- Si, de maravilla.

- No sé, me lo he comprado ayer, quería darle una sorpresa a mi novio ¿sabes?, hace más de diez días que no le veo y tengo unas ganas de que vuelva y mostrarle este conjunto… Es sexy ¿verdad?

- Esto… Sí.

- No te cortes hombre… estamos solitos y somos amigos, hay confianza, me gustaría saber tu opinión sincera. Quiero sorprenderle y que se quede con la boca abierta.

- Pues creo que lo va a hacer.

- Sí, sí, veo que a ti también te gusta. – Dijo señalando al bulto que denotaba otra erección más que notable.

- Uyyy, lo siento…

- ¿Qué dices? Es genial, si puedo provocarle eso… me encantará… Si tú te pones así, imagínate él con diez días sin follar. – decía ella con toda intención, sin que mi novio pudiese disimular la montañita que crecía cada vez más. - Bueno, he dicho eso y no sé cuanto llevas sin follar. Pero con ese cuerpazo que tienes seguramente Lydia te dará buenos repasos ¿no?

Mi amiga era una artista calentando a mi novio que solo se limitaba a sonreír sin articular palabra.

- Espero no parecerte muy descarada, Pablo. Quizás te incomodó ese comentario.

- No, no… no pasa nada.

- Bueno, es que me gusta decir las cosas claras ya sabes, nos conocemos bien, no me gusta callarme nada y aunque seas un chico, pues eres mi amigo y además soy muy abierta ya sabes.

- Y tanto… jeje…

- Vaya, vaya, ¿te parezco muy atrevida?

- No Nuria, pero no estoy acostumbrado… a que una chica, así…

- ¿Así como?, dime, dime…

Todo iba saliendo perfectamente, mejor incluso que el primer plan previsto.

- Pues Nuria, que una chica como tú… contándome esas cosas aquí en tu dormitorio, en tanga… no sé... entiéndeme…

- Ah, vaya, te cortas entonces porque una amiga pueda contarte esas cosas. A mi me encanta hablar de sexo, creo que es muy sano charlar de eso y muy divertido.

- Bueno, sí.

- Pues eso. A mi por ejemplo me encanta follar, menos mal que mañana viene mi chico, que si no me tiraba a lo primero que se moviese, me encanta sentir una polla bien adentro… y ahora más que nunca que llevo diez días sin probar una… no te imaginas lo que es eso. Así que… si quieres…ya sabes…

- Vamos Nuria, no vaciles…

Mi chico se tomó aquello a broma y se volvió a seguir trabajando con el aire acondicionado como si no pasara nada. No podía creérmelo. Mis manos mientras tanto continuaban acariciando mis dilatados pezones. Ella seguía al ataque.

- Bueno, entonces ¿te gusta mi conjuntito?

- Sí, sí. – contestó el algo maquinalmente pero convincente.

- Bueno, aunque creo que quizás me quite el sujetador.

A continuación sin dilación se soltó el broche del sostén y lo tiró al suelo. Sus enormes tetas botaban a cada movimiento y Pablo se giró sorprendido sin creerse todavía lo que estaba viendo con sus propios ojos, paralizado sin saber como actuar.

- Bueno, ahora por fin puedes vérmelas – añadió ella acercándose lascivamente a mi novio.

La cara de él era un poema, miraba a sus tetas, miraba al diminuto tanga que cubría su sexo, aquellas curvas salvajes que se le aproximaban lentamente y con toda sensualidad.

- Aquí las tienes, ¿no es lo que querías?

Yo al tiempo me había despojado de la falda y tenía mi mano metida dentro de las braguitas acariciando mis labios vaginales, animando aun más la calentura que me provocaba aquella sensación novedosa y… tan satisfactoria.

- ¿Qué te parecen? ¿Te gustan así, grandes?

- Sí, son muy bonitas.

- Tócalas, anda…

- Nuria…

- No seas tonto hombre, aprovéchate que esto que ardo… – sentenció Nuria metiendo la mano bajo la camisa de mi chico y pellizcándole el pecho. - ¿Ves? Yo te toco a ti tus tetillas y no pasa nada… ven tócame…

La mano temblorosa de él se acercó por fin a los pechos de ella y los acarició suavemente. Mi amiga cerró los ojos y soltó un leve gemido.

- Uhhhmmmm, Pablo, estoy muy cachonda, estoy tan necesitada de una buena polla, que no te puedes imaginar...

Era increíble la calenturienta estrategia de ella. Yo seguía con mi mano acariciando mi rajita que para entonces estaba dilatada y muy mojada. Era cierto eso de sentir una especie de vértigo muy especial viendo a mi chico atrapado en las fauces de una zorrita como era mi amiga.

- Pablo, tócame, acaríciame las tetas, si, sii…. – añadía ella.

Las manos de mi chico estuvieron un buen rato sobando aquellos pechos que tanto debía haber soñado y por fin tenía enteros para él.

- Pablo, déjame ver tu polla, necesito verla… por favor.

- Nuria, creo que ya está bien… Ya nos hemos pasado bastante- dijo de repente separando sus manos del cuerpo de ella como si le hubiera dado un calambre.

- Pero Pablo…

- Somos amigos, no puedo hacer esto... mi novia es tu mejor amiga…

- ¿No te gusto, entonces?

- ¿Qué dices Nuria? Me encantas, eres preciosa… eres un ángel…

- No lo entiendo, solo te estoy pidiendo un favor, si somos amigos, ¿no puedes hacerme ese regalo? Solo te pido que me dejes ver eso que está tan duro, solo verlo… hace tiempo que no veo una verga bien dura.

- Pero es que… Lydia…

- ¡Que le den por el culo a Lydia! – soltó ella algo irritada por la resistencia de mi chico, dejándome muy sorprendida por esa actitud, pero al mismo tiempo esa brusquedad en sus palabras me excitaba aún más de lo que estaba.

- Nuria…no puedo hacer eso…

- Ah, vale, ¿quieres que me quite todo?

La imagen siguiente era la de una víbora convertida en mujer que bailando de forma lasciva, se despojaba lentamente de su tanga, bajándolo por sus muslos morenos sin dejar de mirar fijamente a los ojos de Pablo que observaban la nueva perspectiva de mi amiga completamente desnuda y danzando de la manera más sensual del mundo. La ausencia total de vello en su pubis fue otra cosa que me llamó la atención y por supuesto a él también, delatado por sus ojos asombrados y sabiendo además cuanto le gustaría que yo hiciera lo mismo.

- Bueno, ya estoy en pelotas. Ahora no tienes excusa, hombretón.

No le dejó opción a réplica y puso manos a la obra. Se acercó de nuevo a Pablo despojándole de la camiseta ante la impasividad de él, le acarició su torso desnudo y a continuación le bajó los pantalones, todo como si formara parte de un rito, de un baile diabólico y erótico. Lo dejó solo con su bóxer ajustado y marcando una polla debajo que se adivinaba en todo su esplendor. Nuria ante aquel panorama aplaudía nerviosa y decía:

- Vaya, vaya, pero cosa más rica tienes ahí

- Nuria… esto no está bien…

- ¿Qué? Esto está de maravilla. Se adivina algo grandioso. – insistía impresionada.

Se agachó frente a mi novio y lentamente le bajó sus calzoncillos dejándole desnudo ante su atónita mirada y la mía y con una tremenda erección frente a sus ojos.

- ¡Dios mío que pollón! – dijo ella efusivamente ante el miembro completamente erguido y que me pareció incluso más grande que otras veces.

Mi chico comenzó a rendirse ante lo imposible, pues en ese momento cerró los ojos al notar como los dedos de ella comenzaban a juguetear con su glande, con sus huevos…. Los dos cuerpos se pegaron. La visión era extraña para mí, pero altamente explosiva. Mi amiga y mi novio desnudos y abrazados, las manos de ella acariciando su duro tronco y las de él, completamente integradas ya en el juego, sobando el culo de aquella explosiva mujer y besándola con todas sus ganas, retorciendo sus cabezas, sus labios, sus lenguas… Pablo no pudo resistir la tentación de comerle las tetas, ese bocado tan esperado y exquisito. Ella cerraba los ojos y pronunciaba su nombre sin cesar:

- Ayyy, Pablo, Pablo…

Yo ya me había despojado de toda la ropa. Estaba más excitada que nunca. La visión de sus dos cuerpos despelotados invitaba a estar desnuda al igual que ellos metida en aquel armario y masturbándome como una posesa ante la visión más alucinante de mi vida.

La siguiente imagen era la de ella tumbada en la cama y mi chico chupándole los pezones y acariciando sus muslos, su cintura, su pubis completamente afeitado. No daba abasto y quería comérsela literalmente. Su siguiente paso fue la de colocarse entre sus lindas piernas y comenzar a chuparle la brillante rajita. Ya no había excusas, no había marcha atrás…

- ¡Pablo, que gusto!… ¡me matas!… ¡cariño…que bien lo haces!- suspiraba ella.

Mi chico continuaba agachado entre sus piernas y observando la preciosa desnudez de aquella diosa que se le ofrecía tan fácilmente. Mi sensación era cada vez más caliente y mis movimientos en el clítoris casi tan veloces como la lengua de él sobre su coñito que se corrió jadeando con fuerza y dando gemidos sin cesar mientras acariciaba el cabello de mi hombre. Al mismo tiempo que ella jadeaba y respiraba entrecortadamente yo intentaba acallar mis propios jadeos tapando la boca con las prendas que colgaban de aquel armario.

- Ahora quiero comerte esa polla preciosa – dijo mi amiga, que sentada sobre la cama acariciaba con una mano los huevos de Pablo y con la otra su miembro dulcemente en pequeñas caricias que le hacían tambalearse.

Yo continuaba con mi paja pasando el dedo corazón a lo largo de mi rajita caliente y disfrutando de la imagen que me ofrecía aquel estratégico parapeto. Nuria jugaba con la mayor de sus travesuras sobre la verga de mi novio, sacando su lengua y rozando su frenillo o chupando los huevos y metiéndolos por completo en su boca. Comenzó a introducirse lentamente la polla rígida de mi chico. Centímetro a centímetro su carne se abría paso entre los labios ardientes de aquella boca sedienta. Sacaba la lengua, apretaba los labios, sacaba los dientes y todo sin dejar de mirarle a los ojos y disfrutar de ese buen trabajo que le estaba proporcionando.

- ¡Que gusto, que pasada… eres una delicia! – añadía él.

- ¿Te gusta eh?... Seguro que Lydia no te la chupa así de bien… – sentenció ella separando su boca y mirando de reojo hacia al armario.

- No, desde luego que no… lo haces divinamente… mucho… mejor…

Contrariamente a lo que pueda parecer, aquello no me molestaba en lo más mínimo, deseaba querer oírlo y sentir como mi amiga me superaba en lo que tantas veces me creía dominadora. Eso me excitaba de una forma extraña. El miembro brillante continuaba desapareciendo una y otra vez en su boca sin cesar y sus manos que habían abandonado la polla de Pablo pasaban de acariciar la tripita a las nalgas de mi chico. Desde luego sí que parecía una diosa tremendamente bella ante un hombre completamente rendido a sus habilidades.

- No puedo más… me voy a correr – dijo él apenas pasados unos minutos.

- Pues hazlo. Pero quiero que lo hagas en mi boca, hasta adentro, quiero sentir tu leche correr por mi garganta…

Aquellas palabras dejaron atónito a mi novio y a mí también, pues nunca le había permitido que se corriera en mi boca a pesar de habérmelo pedido en innumerables ocasiones. Sabía que aquello era uno de sus deseos más fervientes y una de sus fantasías incumplidas. Ella se colocó tumbada sobre la cama quedando su cabeza colgada fuera de las sábanas, boca abajo.

- Ahora Pablo, fóllame la boca, quiero tu polla entrando y saliendo… dámela…

A continuación él flexionó las piernas y ubicó su duro pene a la entrada de su boca y comenzó a meterla despacio primero, y luego desesperadamente. Era como si le estuviera follando literalmente la boca una y otra vez, entrando y saliendo mientras ella se acariciaba el clítoris, lo mismo que estaba haciendo yo. Nuria acariciaba con su mano los huevos inflamados de él, y en pocos segundos sus músculos se tensaron produciendo el aviso inequívoco de que se iba a correr. Apretó más su polla contra la boca de mi amiga en algo que me parecía inaudito pues se la enterró por completo hasta hacerla desaparecer. Los gemidos y los aullidos de él eran también extraños para mí, pues nunca había conseguido hacerle pasar un momento como ese y se veía que espasmo tras espasmo depositaba todo su semen en el interior de la garganta de aquella mujer rendida a su falo.

Nuria tragó gran parte de la corrida y aun tuvo tiempo de jugar con los restos que le quedaban sobre la lengua, estirando con la punta de sus dedos las cortinas de leche pringosa que le había quedado mientras le miraba juguetona y cachonda. Él permanecía exhausto sobre la cama observando como aquella chica seguía danzando e invitando con ese cuerpo y sus enormes y perfectas tetas a lo que quedaba por venir. Él sonreía, haciendo entender lo tremendamente satisfecho que se encontraba, como nunca… diría yo. De pronto Nuria sin dejar de bailar de forma sensual, se acercó al armario y a través de la pequeña rendija que nos separaba me mostró su lengua aun manchada del semen de mi novio. Jugaba con aquel néctar y me lo enseñaba victoriosa. ¡Que sensación, que placer sentía yo al otro lado!

- Ahora ¿quién va a ser el que me la va a meter bien adentro? – decía ella con aire de inocencia sin dejar de mover sus caderas provocando el despertar de aquella polla recién ordeñada.

- Nuria que buenísima estas… vaya polvo que tienes… - le decía él admirándola.

- Vamos a levantar a esa cosita. – añadió ella.

A continuación se tumbó sobre mi chico moviendo su cuerpo desnudo, pegados piel con piel y besándose de la manera más alocada… Las lenguas danzaban fuera de sus bocas y sus respectivas manos no paraban de acariciar el cuerpo del otro. Dando besitos por el pecho, los hombros, el ombligo hasta llegar de nuevo a la polla de Pablo, donde ella intentó con su lengua estimular a la “bestia dormida”. Pero las que realmente consiguieron milagrosamente recuperarla tan pronto fueron sus tetas… aquellas enormes tetas que habían acurrucado el miembro de mi novio hasta lograr enderezarlo en su máximo esplendor. La polla desaparecía una y otra vez entre aquellos pechos anhelados y que ahora estaban enteramente a su disposición.

Mis dedos seguían acariciándome el clítoris y percibía como el orgasmo se aproximaba al ver a Nuria colocándose con sus piernas abiertas sobre él y como lentamente se ubicaba la polla a la entrada de su chochito depilado y se sentaba lentamente hasta conseguir insertárselo por completo, hasta que ambos lanzaron un suspiro profundo.

- Nuria, que gusto…

- Sí Pablo, que bien, que cosa más dura tienes…

Comenzaron a follar con fuerza. Ella se dejaba caer sobre aquel miembro aguantando su peso con sus manos sobre el tórax de Pablo que respiraba con dificultad acariciando el culo respingón de ella. La imagen era tremenda, inusitada para alguien como yo que no entendía como podía estar tan excitada de verles haciendo el amor delante de mis narices. En esa habitación solo se escuchaba el sonido de aquel metesaca veloz y rítmico, sus jadeos y mi respiración entrecortada cuando alcancé uno de los orgasmos más increíbles de mi vida, con el temor de que me pudieran escuchar.

- Nuria como follas, que gusto… - repetía él.

Yo aprovechaba para amortiguar mis gemidos con la ropa colgada en aquel armario mientras se oían los jadeos del otro lado:

- Fóllame Pablo… házmelo… quiero ser tu puta, me corro, me corro…

A los pocos segundos su cara quedó apoyada sobre el pecho de mi novio que seguía empujando su pelvis desde abajo, hasta que al poco rato se corrió de nuevo dentro del coño tan soñado de Nuria, que lo besaba exhausta en la boca.

Después de aquel polvo sus cuerpos quedaron unidos un buen rato mientras mis dedos seguían acariciando mis dilatados labios vaginales, mi clítoris, mis pezones… en los últimos estertores de mi divino orgasmo.

- ¿Qué te ha parecido Pablito? – preguntó ella.

- Una maravilla… eres una bomba…

- ¿Entonces lo hago mejor que tu novia?

- Mucho mejor… ufff, me has dado un placer inmenso. Nunca había echado un polvo como ese.

- Tendremos que repetirlo… que no me entere que esa polla pasa hambre…jaja… - añadió ella mirando hacia el armario y guiñándome un ojo.

A continuación ella se la introdujo en la boca y terminó de limpiar los restos de semen y sus propios fluidos hasta dejarla completamente brillante.

Aun siguieron besándose y acariciándose, para terminar con otro espectacular polvo al que volví a asistir como espectadora anónima y que disfrute nuevamente con un orgasmo delicioso; Tras aquella mañana tortuosa llena de sexo, donde por cierto quedó sin reparar el aparato de aire acondicionado, los dos se despidieron con una buena sesión de besos.

- ¡Pablo! – le dijo ella en el último instante en que él abandonaba su dormitorio.

- Dime, preciosa.

- ¿Me prometes una cosa?

- Claro, lo que quieras…

- Cuando estés follando con Lydia, ¿pensarás en mí? ¿Imaginarás que soy yo la que esta debajo de ti? ¿Cerrarás los ojos y me verás a mí follando? ¿me lo prometes?

- Prometido. – añadió él dándole el último morreo que me produjo un nuevo calor interno difícil de describir.

Ese fue el inicio de varias visitas para observar a mi novio follándose a mi amiga y comprobando no solo que ambos disfrutaban plenamente, sino que yo lo hacía también de una manera que no había conocido hasta entonces… que me embriagaba… me hechizaba. Me había convertido en voyeur incorregible de mi propia pareja y eso había degenerado en una dependencia colosal… en una droga que no podía soltar, pues cada vez me excitaba más, hasta incluso el día de hoy que sigo enganchada.

Lydia

martes, 17 de abril de 2007

Esta emocionante aventura ocurrió hace ya tiempo, pero de la que guardo muy buenos recuerdos, ya que fue una de mis experiencias más ardientes.

Todo ocurrió una calurosa tarde de verano de hace unos años, yo por entonces era una chiquilla con apenas tenía 16 ó 17 años, aunque bastante bien desarrollada para mi edad, cuando estabamos en casa de mi novio Carlos, una gran amiga mía, Maite , su novio Juanjo y yo. La casa estaba vacía pues los padres de Carlos estaban de viaje.

La tarde, aparte de calurosa, era bastante aburrida, aunque amenizada por buena música, algunos cubatas y algo de picar. Nos entretuvimos con el trivial y otros juegos a los que solíamos jugar en tardes lluviosas como aquella. De buena gana estaríamos los cuatro en la playa o de excursión. Hacía mucho calor con toda la casa cerrada de par en par por culpa de la dichosa lluvia. Después de unas cuantas partidas, Juanjo el novio de mi amiga, nos propuso jugar a algo nuevo.
- ¿De que se trata? - pregunté

- Es un juego que me han dicho es muy divertido - contestó - ¡ es el parchís de streap-tease !

Hubo unos segundos de silencio.....

- ¿que es eso? - preguntó intrigado mi novio.

- ¡Muy fácil! - respondió eufórico Juanjo. Se juega como al parchís normal, y se diferencia en que cuando le comes una ficha a alguien, además de contar diez, la víctima se debe quitar una pieza de la ropa con cierto aire de erotismo a modo de streap-tease. Cuando alguien llegue al final, contará veinte y todos los demás se quitarán una prenda de ropa. Si a alguien se le acabara la ropa, deberá pagar obedeciendo un pequeño mandato del que haya comido ficha o si éste llega al final todos pagarán prenda u obedecerán un mandato.

El que gane la partida eligirá una orden que todos deberán acatar.

Otro silencio.....

- ¿Tú estas loco? - le preguntó su novia Maite bastante mosqueada.

Carlos y yo nos miramos sorprendidos, ya que Juanjo, al que conocemos hace tiempo, sería la última persona de la que hubiéramos sospechado se le ocurriera algo semejante, ya que es muy serio, además de muy celoso con su chica.

A mí en el fondo aquello me intrigaba bastante, ya que conocía a mi novio desnudo y a mi amiga Maite, pero no a Juanjo, el cual, por cierto, estaba que rompía. Si embargo salte con una pregunta:

- Estas de broma, ¿verdad? - le dije.

- Y ¿por qué no? , ya nos conocemos hace tiempo como para asustarnos de este juego infantil, creo yo. - contestó muy convencido .Es como jugar a la cerilla de la verdad....

Nos quedamos mudos. La propuesta en el fondo me excitaba mucho y creo que a los demás también, entre el alcohol, las risas, el calor y todo eso. Parecía algo muy fuerte, pero, ¿por qué no?, como decía Juanjo - se trataba de un simple juego.

Después de discutir y comentarlo durante un rato, Carlos y yo nos miramos y nos dirigimos una sonrisa de asentimiento.

- ¡ Por mí de acuerdo ! - dijo Carlos.

- ¡ Por mí también ! - afirmé yo.

Maite nos miraba super extrañada, como si estuviéramos locos, y repitió una y otra vez:

- ¡ No ! , me parece un juego idiota. A veces Juanjo pareces gilipollas.

En un principio dimos por cerrado el asunto pensando en jugar a otra cosa, pero fue su novio quien tras ciertas discusiones la convenció:

- Mira, sois vosotras quienes tenéis la llave, cuando lo deseéis, paramos el juego y no se hable más, pero creo que podríamos intentarlo, puede ser divertido.

En eso si tenía razón Juanjo, podría ser muy divertido....

Al fin, después de muchos "tira y afloja" y aunque aún no estaba muy convencida mi amiga, decidimos comenzar la partida. Colocamos el tablero en el centro de la alfombra del salón y unos cojines alrededor donde nos colocamos todos cómodamente, sentados o medio recostados.

El juego empezó sin mayor transcendencia y fue precisamente Maite quién me comió a mí la primera ficha. Sonreí, me puse en pie y me quité uno de las sandalias de tacón que llevaba, mientras la hacia girar en mi mano cantando el ¡tariro, tariro!. La cosa era divertida, mucho más que una partida de trivial. A todos nos producía aquello una risa nerviosa.

El juego se puso más interesante cuando Maite se tuvo que quitar una prenda a elegir entre sus jeans ajustados o su camiseta blanca de tirantes. Optó por ésta última, se puso en pie y sacó lentamente sobre su cabeza aquella camiseta. Sus tetas se movieron al compás de sacar los brazos. Se quedó en pantalones y en un sujetador color rosa palo que le sujetaba mínimamente sus enormes pechos. Parecía que ella y todos nos íbamos animando con aquel juego.

Luego Juanjo comió ficha a Carlos y éste se quitó la camisa, después yo le comí una a Juanjo, que lentamente se despojó de su camiseta. Su torso era musculoso, bien depilado, pues practicaba natación, tenía una enorme espalda, unos brazos fuertes y los abdominales muy marcados, además de muy guapo, vamos, que estaba como quería el tío.

Fue entonces cuando me tocó a mí quitarme el vestido que llevaba. Aquel vestido me sentaba realmente bien, era estampado de flores de muchos colores, cortito, de tirantes y con 8 botones que iban a todo lo largo de arriba a abajo. Me puse en pie y me fui quitando uno a uno los botones, mientras meneaba las caderas con un ritmo muy insinuante. A Carlos, le encantaban aquellos movimientos, pero a Juanjo aun más, ya que nunca me había conocido así de sexy y estaba deseando verme sin el vestidito, se le salían los ojos de las órbitas. Después de soltarme todos los botones y continuando con aquel baile, me puse de espaldas y me fui bajando el vestido que fue cayendo por mi espalda, hasta dejarlo caer al suelo. Mi ropa interior era blanca y ajustadita. Me di la vuelta y Juanjo se quedó con la boca abierta. Posiblemente esté mal que yo lo diga, pero estoy bastante bien, al menos el cuerpo me gusta cuidarle y resaltarle. Me tumbé recostada con cierta sensualidad y continuamos jugando.

Al rato, Maite metió una ficha en la casilla de llegada, por lo que a todos nos toco despojarnos de una prenda. Comenzó por turno mi novio Carlos que se fue bajando la cremallera de la bragueta poco a poco, y dándose la vuelta y sacando el culete se despojó de los pantalones. Llevaba unos calzoncillos de raso que yo le regalé de tipo boxeador.

A continuación fue Juanjo quien se levantó y fue quitándose, al ritmo de la música, uno a uno los botones de la bragueta de su vaquero. Poco a poco se fue bajando la prenda y apareció ante mis ojos todo un hombre macizo con un slip negro ajustado, modernillo, y que tenía debajo un paquete enorme. Yo creo que estaba empalmado. Miré hacia su novia Maite y le sonreí.

Después me tocó a mí quitarme una prenda y solo tenía dos opciones: quitarme las braguitas o el sostén, y fue por este último por el que me decidí. Siguiendo el ritmo me llevé las manos a la espalda, solté el broche y me saqué el sujetador de los brazos aguntandolo sobre mis pechos. Todos querían verme las tetas y levanté de golpe mis brazos, cayendo el sostén al suelo y dejándose ver mis tetas botando. No son excesivamente grandes, pero si bien puestas. Yo sabía que a mi novio le encantaban, pero a Juanjo parecía que también le entusiasmaban, no había más que verle la cara.

Después de varias jugadas, risas, copas, etc, llegamos al momento en el que Juanjo metió su tercera ficha en la meta. Y como os podéis imaginar aquello estaba tan caliente como una caldera. Procedimos a quitarnos por turnos una prenda. Primero Maite se quitó muy despacio su ajustado pantalón, y enseñando sus bonitas piernas, ya que Maite era muy hermosa, con una cara muy dulce, pelo largo pelirrojo, labios carnosos, grandes tetas, cinturita, buenas caderas y espectaculares piernas. Mi chico no le quitaba ojo, y no era de extrañar. Nos hizo a todos un baile erótico en el centro de la alfombra y se quedó solo con su ropita interior rosa.

Peor lo tenía yo que debía quitarme la única prenda que llevaba: mis braguitas blancas, que ya se empezaban a humedecer con aquel ambiente. Me puse en el centro, y girando sobre mi misma, me fui bajando las bragas lentamente, enseñando mi culito, mis caderas, dejándolas bajar por mis muslos, por mis rodillas y.... ¡zas! me las saque.

- ¡ guau ! - dijo Juanjo sin poder reprimir su asombro.

Mi cuerpo que yo cuidaba a base de mucha gimnasia estaba muy bien proporcionado, y aun continúa estándolo, me cuido mucho y me gusta lucirme, un pelo rubio y rizado, boca muy sensual, tengo bonitas tetas, bonitas piernas y culo redondo y respingón. Todos disfrutaron de mi desnudez. Me volví a mi cojín y me senté de lado dejando a la vista mi sexo con las piernas ligeramente entreabiertas. Noté como a Juanjo le crecía su ya dilatado paquete bajo el slip negro. A mí me encantaba ponerle cachondo.

Mi chico fue el siguiente en despojarse de su única prenda el calzoncillo, que se bajó también lentamente ante la mirada de todos y al hacerlo saltó su pene supererecto, botando sobre aquel calzoncillo, se le notaba muy excitado, quizás por mi baile ó por el de mi amiga. Maite me miró sonriente , se iba animando paso a paso y se le veía muchísimo más caliente. Solo había que ver como se dejaban ver sus erectos pezones tras el diminuto sostén.

Carlos tenía su miembro como una estaca , deseoso de ser devorado.

- ¡ estas como una moto ! ¿eh cariño? - le dije.

Él me besó ardientemente y ocupó su lugar.

Total, que Carlos y yo quedamos despelotados, Maite en sujetador y braguitas y Juanjo en slip.

Yo para entonces, estaba a cien y deseaba con locura, ver a Juanjo desnudo, es que no os podéis imaginar que pedazo de chico era.

Luego yo comí una ficha a Maite, que de un salto se puso de pie, lanzó una dulce sonrisa a todo el personal y en el centro de la sala se quito lentamente el sujetador rosita, dejando al aire sus hermosas y grandes tetas. Carlos se ponía bizco. Pero lo bueno es que inmediatamente después de sentarse, Juanjo le comió otra ficha a Maite y tuvo que seguir con su particular streap-tease. A mi chico, Carlos, se le ponía aquello como a un toro mientras la sensualidad de Maite nos electrizaba a todos. Tras unos pases por delante de cada uno de nosotros, prácticamente se arrancó las bragas dejando ver a todos a una preciosa mujer completamente desnuda.

- ¡ Preciosa ! - saltó Carlos.

- ¡ Tía buena ! - le gritó su novio.

¡que guapa estaba!, con una carita tan dulce, con aquel cuerpo moreno, tan cuidado, sus bonitas tetas, sus largas piernas, su vientre liso y con el vello del pubis bien recortadito. No era de extrañar que los chicos estuvieran como lobos.

En aquel momento solo quedaba Juanjo en quedarse desnudo, me lo hacía desear el muy cabrón, pero nada, no había manera, él iba ganando poco a poco la partida.

De repente sucedió un episodio nuevo: Carlos le comió ficha a Maite, que la pobre tenía tres en casa. Y surgió la pregunta.

- ¿Y ahora que? - preguntó Carlos desafiante.

- ¡ Tu mismo ! - contestó Juanjo. - debes ordenarle algo a Maite.

- ¡ Bieeeen ! - grito Carlos que estaba muy caliente y superempalmado.

Hubo unos segundos de silencio y al fin dijo

- ¡ quiero, quiero, quiero.......!

- ¿Que quieres? -preguntamos todos.

Y mirando con ardiente deseo a Maite le dijo:

¡ Que me hagas una buena mamada !

- ¿Queee? - saltó Maite asustada mirando su empinada polla.

- Pues que quiero que me la chupes, ese es mi mandato.- respondió.

Maite no podía creerlo y yo tampoco, ya que no nos lo esperábamos. Yo, la verdad, es que sí deseaba que se la chupase a mi chico, quería verle disfrutar con mi amiga, con su hermosura y con sus labios.

-¡ No, no y no ! - dijo Maite - creo que debemos dejar este juego. Hasta aquí ha sido divertido, pero eso no. No quiero.

Pero fue su novio quien respondió:

- ¡Vamos mujer! No te mosquees. A partir de ahora puede ser mucho más divertido, total se trata de jugar a algo nuevo ¿no?. Solo son juegos eróticos....

Maite no podía creer lo que oía de los labios de Juanjo, y creo que entre su mas que visible excitación y con las ganas de obedecer las palabras de su novio a modo de venganza, se levantó, acercándose hasta mi novio, se arrodilló frente a él, se abalanzó sobre la erguida polla y la cogió con su mano suavemente. Maite me dirigió una mirada a modo de aprobación y yo que estaba muy cachonda asentí.

Se retiró su rojizo pelo hacia atrás y comenzó a chupar los huevos de mi chico con frenesí, mientras con su mano subía y bajaba aquel nabo tieso. A continuación y cogiéndolo por la base, empezó a besar y a chupar por todo lo largo de aquel poste, para luego dar pequeños besitos en el glande, mientras con su otra mano acariciaba el pecho de Carlos y él acariciaba el cabello de ella. Maite siguió besando el capullo mientras le sonreía con cierta picardía, y sacó su lengua para chupar con mayores ganas. Juanjo y yo nos lanzamos una mirada. En ese momento yo sentía entre celos, rabia, excitación, de ver aquella escena en la que mi amiga se comía la polla de mi novio, algo que nunca me había sucedido.

De repente Maite bordeó con sus carnosos labios la punta de aquel nabo y empezó a subir y a bajarlos suavemente hasta que llegó el momento de metérsela hasta dentro. Él daba grititos de placer a modo de aullidos, y ella seguía con aquella operación que desarrollaba con mucho estilo; sacaba y metía aquel falo en su boca mientras Carlos resoplaba . Maite sacó la polla de su boca, agarrándola con la mano, levantó la cabeza y se incorporó de rodillas con las piernas medio abiertas dejando ver toda su desnudez entera, como diciendo: ¡cómeme! , mientras masturbaba a mi chico. Volvió a agacharse sobre la polla y prácticamente se la comió una y otra vez, hasta que otra vez retirada su boca, se reincorporó de nuevo y él sin poderse contener, hasta que soltando un apretado gemido, lanzó varios potentes chorros sobre la cara y pecho de Maite. Ella pareció estrecemecerse de placer agarrando sus pechos con ambas manos y esparciéndose la leche por todo su cuerpo y relamiéndose los labios con la lengua, mientras el pene de Carlos seguía lanzando su leche y dando pequeños espasmos de placer. La escena era muy excitante, viendo a Carlos resoplando con la cabeza hacia atrás, su pene convulsionado, mientras Maite seguía con los ojos idos, magreándose y luciendo su cuerpo brillante de aquel esperma.

De verdad que aquella mamada, no se la había hecho yo nunca a mi novio con tanto estilo, ya que Maite era toda una experta, haciéndole gozar muchísimo. Ella volvió a su sitio y continuamos la partida.

La cosa estaba muy caliente, pero se puso aún más cuando yo metí una ficha en la meta.

Esta era la mía.

- ¡ Tu mandas ! - dijo Carlos.

Juanjo, naturalmente, aún disponía de una prenda por lo que procedió a quitársela. Se colocó en el centro de la alfombra y dándonos la espalda nos hizo un super streap-tease. Bajaba y subía el calzoncillo sobre su duro y redondo culete, haciéndonos sufrir, hasta que en un ligero movimiento se lo bajó de golpe hasta los tobillos, quedando su escultural musculatura de espaldas a nosotros. Él seguía bailando y moviendo su trasero mientras apoyaba sus brazos sobre su nuca. ¡Que hermoso cuerpo! . Nunca había sentido tantas ganas de ser follada por un hombre como aquel.

- ¡ Date la vuelta ! - grité como una posesa. No pude reprimirlo, estaba deseando verle su hermoso pene.

Y ....poco a poco, se fue dando la vuelta hacia nosotros mostrándonos una polla erecta como yo hasta entonces nunca había visto. Era enorme. Miré a Maite con ojos de asustada, pues nunca me había contado nada sobre el extraordinario tamaño de aquella verga. Ella me sonrió. Seguí mirando aquella polla con deleite. Yo pensaba "es preciosa, pero a mí creo que no me entra en el coño" "ojalá me perforara ese nabo". Mis pensamientos me torturaban.

El se la cogió con ambas manos y la subía y bajaba al ritmo de una canción muy sensual, mientras nos mostraba su violáceo capullo. Poco a poco se volvió de nuevo de espaldas y se sentó en su lugar, dejando ver su daga en alto.

- Y ahora.... - comenté, haciendo una pausa.

Todos me miraron con expectación. Y solté:

- ¡Quiero que Carlos y Maite me chupen entera!

A Juanjo parecía gustarle la idea. Y a los otros también, ya que en un momento se acercaron al centro de la alfombra para obedecer mis órdenes. Yo, igualmente, me situé en el centro en pie, mientras ellos como dos esclavos sumisos empezaron a lamer mis piernas con sus lenguas. Primero Carlos me chupaba por entre mis rodillas por delante y Maite me besaba por detrás de mis muslos. Aquello era sensacional, ya que no me habían chupado dos personas a la vez. A continuación Carlos me besó el ombligo y me lamió los brazos, la cintura, las tetas y el cuello. Maite seguía en mi espalda y de pronto bajó hasta mi culo concentrando su lengua en mi agujero. Yo me estremecí y sentí un escalofrío que me hizo tambalear. Mi chico que era un experto en comerme el coño, no tardó en bajar hasta él y besarlo y chuparlo como si comiera un dulce, metió su lengua y mi clítoris rozó sus labios. Todo pasaba muy deprisa. Mientras uno me lamía el culo y el otro el coño, me acariciaban a lo largo de mi cuerpo, poniéndome el vello erizado. No pude aguantar y me corrí de repente, acariciando sus cabezas a modo de gratitud. Tuve un orgasmo largo y profundo. Les di un apasionado beso en la boca a cada uno y ocuparon de nuevo su lugar, mientras yo hacía lo mismo en el mío.

Todo mi cuerpo se sentía extraño, pero aún sentí mayor excitación con solo recordarlo deseando ser penetrada por una polla bien cargada.

Todos mis deseos parecían hacerse realidad cuando Juanjo consiguió llegar a meta con su última ficha, ganando la partida.

Nos quedamos mirándonos unos a otros como esperando cual iba a ser el mandato de Juanjo, que dirigiéndonos una dulce sonrisa y tras pensarlo durante poco rato dijo señalándome:

- ¡ Quiero comerte entera, quiero que me comas tú a mí y quiero que hagamos el amor como nunca lo hayamos hecho !

La onda expansiva de aquella frase se reflejó en la cara de todos. Yo alucinaba, ya que es lo que más deseaba en ese momento, olvidándome de si era el novio de mi amiga el que proponía aquello o si mi chico estaba delante de mi mientras me follaba otro. La cara de Maite era un poema y no tardó en decir.

- ¡ Eres un cabrón ! , Lo que has estado buscando todo el rato es follartela y nada más, con este juego en el que nos has hecho caer a todos.

El sonrió sin negarlo.

- ¡He ganado!- gritó al fin. Y soy ahora yo quien pide un deseo. Vosotros lo habéis pasado muy bien ¿no?

- Una cosa es una mamada, unos besos y unas caricias y otra tirarte a mi novia. - soltó de repente Carlos con un cierto aire de celos. Creo que en el fondo él deseaba verme follar con otro, pero dijo aquello como justificando su poder sobre mí.

Juanjo se levantó e hizo colocarse juntos a Maite y a Carlos en el sofá para que disfrutaran con el espectáculo olvidándose de todo lo que había oído hasta entonces. Me señaló con el dedo y me hizo ir hacia él al centro de la habitación.

Nuestras parejas debían sentir en esos momentos lo que yo sentía: nervios, confusión y mucha, mucha excitación.

Sin mediar palabra Juanjo me cogió por ambas manos y me contempló durante unos segundos, recorriendo con su vista todos los poros de mi piel. Mi cuerpo era muy pequeño junto al suyo.

- ¡ Pero que buena estás ! - me dijo sin dejar de contemplarme.

Me agarró por la cintura, me apretó contra él chocando mis tetas por debajo de su fornido pecho, su falo en erección golpeó cerca de mi ombligo y en un apasionado abrazo inclinó su cabeza susurrándome al iodo un sensual y cariñoso: ¡ te deseo ! ...y comenzó a besarme con mucha suavidad. Nuestras lenguas se juntaron acompañando aquel tierno abrazo. Sus manos recorrían mi espalda y yo acariciaba sus duras posaderas. Nuestros ojos se cerraban en un ardiente beso. Su lengua buscaba la mía y yo apretaba su culo con mis manos. Con una mano me acariciaba las tetas con suavidad y con la otra me palpaba una de mis nalgas. Su polla se apretujaba entre nuestros cuerpos. Mi chochito soltaba todos los jugos del placer. Él bajó con su lengua por mi cuello, besó y mordisqueó ligeramente mis pezones, chupó mi cintura, mi ombligo mis muslos, bajo por mis rodillas, me giró y siguió por detrás de mis muslos, me separó las piernas y siguió lamiendo mi culo. Yo seguía en pie muriéndome de gusto, mientras me lamía por todas partes. Me giró de nuevo frente a él y metió su lengua entre mis muslos hasta llegar a mi húmedo sexo, cuando sin poderme contener lancé un gritito de placer.

-¡ ahhhhhhhhhhhh, eres un cabrón, que gusto me das !

Él seguía en su labor de chuparme todo el coño con sus labios y lengua, yo le introducía los dedos en su ensortijado cabello negro. Notaba los latidos de mi corazón en mí clítoris, notaba su lengua como se abría entre mis labios vaginales, como si estuviera buscándome todos los rincones del placer, hasta que de pronto sentí en mi interior una ola de calor y gusto que nunca había sentido, produciéndose en mí un monumental orgasmo que deje llevar con gemidos profundos.

Se incorporó y nuestras lenguas volvieron a juguetear mientras nos abrazábamos y acariciábamos.

Ahora me tocaba a mí. Fui bajando con mi lengua por su cuello, le mordisqueé en los fornidos hombros, le acaricié los potentes brazos, le chupé las tetillas y con mis manos iba bajando por su espalda, salté sus genitales y seguí besando, chupando y mordiendo sus muslos, sus rodillas, sus gemelos, subí por detrás hasta llegar a su culo, lamiendo aquellas sabrosas y duras posaderas.

Miré hacia el sofá y vi a Maite y a Carlos , éste muy empalmado, como nos miraban muy atentos con la operación que llevábamos a cabo.

Me puse de nuevo frente a Juanjo a la altura de su aparato, subí la mirada hasta sus ojos, le sonreí y empecé a besuquear aquel nabo enorme. Primero lo hice suavemente jugueteando con mi lengua y dando pequeños golpecitos del glande contra mis suaves labios. Arrastré mi lengua por toda su longitud, recorriendo de arriba a abajo notando sus dilatadas venas, mientras con mis uñas le arañaba por detraes de sus muslos y por su culo. De golpe, me metí aquella polla en la boca, aunque que no me cabía entera. Ahora era él quien acariciaba mi rubio cabello, mientras soltaba resoplidos de gusto cerrando los ojos. Yo seguía intentando comerme aquel tronco una y otra vez, adentro y afuera de mis carnosos labios. Mi saliva lubricaba aquel falo, hasta que repentinamente él me tiró del pelo separándome de su sexo, evitando correrse. Yo para entonces ya estaba como una moto y deseaba ser penetrada por aquel potente hombre.

Juanjo me cogió por la cintura como si yo no pesara nada y con su extremada fuerza , pero con suma delicadeza, me trasladó hasta la mesita de madera que estaba frente al sofá, justo a los pies de nuestras parejas.

Era alucinante, el hijo de puta quería colocarse cerca de ellos para que vieran bien la operación de como me follaba. Para entonces a ellos se les veía muy excitados.

Me tumbo boca arriba en aquella reducida mesita, me agarró por los muslos y puso mi coño al borde de la pieza. Cogió su pene por la base y acercó su punta hasta mi húmeda caverna. Paseo ligeramente arriba y abajo su glande por mi raja, mientras yo me sobaba mis tetas que apuntaban al techo.

- ¡ Mmmmmm, métemela , métemela ! - gemía yo.

Sabía dar gusto a una mujer, esperando el momento propicio. Sonrió maliciosamente mirando a Maite y a Carlos. Introdujo la punta en mi chochito y yo pensaba: ¡ me va a rajar !. Entonces empecé a sentir un gusto extraordinario. Aquel enorme tronco fue entrando en mi cuerpo. Me penetró : un centímetro, dos, tres, cuatro....,yo me estremecía, ...ocho, nueve, diez..., aquello no acaba nunca, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve..., no sé cuanto mediría aquello pero os juro que era monumental. La sentía en mi interior y como mi coñito se adaptaba relamiendo su largura. De repente entró entera dentro de mí, sintiendo sus huevos chocar en mis glúteos. Nunca había sentido tanto placer por todo lo largo de mi cuerpo.

- ¡ ahhhhhhhhhh, uuuuuuuuffff ! - gritaba como loca. Me estaba taladrando las entrañas. En apenas unos segundos, sentí dentro de mí una sensación superextraña, un placer mayúsculo, un orgasmo que llegó a ponerme la piel de gallina, se apagaba y pronto volvía a calentarme más y más, y así corriéndome una y otra vez, con múltiples orgasmos.

Él también soltaba algún gemido, mientras bombeaba suavemente al principio metiendo la punta y apretando al final su gran polla dentro de mi pequeño agujero. Mi conchita se adaptaba difícilmente a su duro y gigante miembro. Se detuvo. Sus músculos se tensaron y en un vaivén dejó toda la polla metida hasta el fondo.

- ¡ Dios mío ! , ¡ que gozada ! - dijo

Y tuvo una larga corrida, llenándome toda con su semen dentro de mí. Notaba como botaba con espasmos la polla en mi interior, soltando aquellos jugos y él apretaba su cuerpo contra el mío. Volví a correrme mientras acariciaba su tórax y sus abdominales tensados. Nuestros cuerpos sudaban y brillaban uno pegado al otro.

Nunca me había ocurrido: tuve más de siete u ocho orgasmos seguidos y muy profundos. Nunca me habían follado de esa manera ni me habían hecho gozar como lo hizo aquel pedazo de hombre.

Tan concentrados habíamos estado en nuestro ajetreo, que cuando alzamos la mirada pudimos ver como Maite, bien abierta de piernas, cabalgaba sentada frente a nosotros sobre la erguida polla de mi chico. La vista era espectacular, primero la cara de gusto de Maite con sus ojos cerrados, sus tetas bailando al vaivén, su cinturita sudorosa y su coñito metiéndose en el nabo de Carlos hasta llegar a los huevos. La estaban gozando en pleno. La cara de Carlos apenas podía verse tras mi amiga, pero se le oía gemir y decir:

- ¡ Si, si, que bien follas ! , ¡ me vas a matar !.

Aquello excitó tanto a Juanjo, que tuvo una erección al momento, me incorpore e introduje aquella verga dentro de mi boca de nuevo, chupando con vehemencia: adentro, afuera, adentro, afuera.... mientras él contemplaba el folleteo de su novia sobre Carlos.

- ¡ ahhhhh, que bien, que bien ! - se le oía decir a Juanjo entrecortadamente.

Yo seguía en mi tarea de comerle toda su polla, que sabía deliciosa, jugaba con mis labios sobre su capullo, con mi lengua recorría toda su longitud y le mordisqueaba por todas partes.

En ese momento de mi dulce mamada a Juanjo, mi novio Carlos, dando pequeños aullidos, se corrió dentro del excitado sexo de Maite y ella a continuación empezó a cabalgar más fuerte hasta alcanzar también un escandaloso orgasmo unos segundos después. Ella apoyo su espalda sobre el pecho de Carlos y cerró los ojos intentando guardar aquel gusto en su interior.

Aquello pareció excitar enormemente a Juanjo, que pillándome desprevenida, viendo la escena de los otros, noté como su polla se hinchaba al límite y soltó dentro de mi boca una corrida espléndida, sintiendo ese dulce/amargo y caliente sabor cayendo por mi garganta. Era delicioso. Me tragué toda la leche y le chupé con ahínco con mi lengua por todo su miembro. Él se relamía de gusto. Los otros se abrazaban, se acariciaban y besaban sin parar.

Juanjo se separó lentamente de mí y me besó agradeciéndome aquel maravilloso polvo. A continuación me volvió a tumbar sobre la mesita y con su lengua exploró de nuevo sobre mi húmedo sexo. Mientras me tocaba los senos con dulzura, su lengua recorría mis ingles, mi pubis e introdujo la punta de su lengua en mis labios vaginales haciendo estallar de nuevo a mi clítoris supersensible y haciéndome correr de nuevo. Apenas me tocaba yo estallaba de placer. Aprendí esa tarde que las mujeres podemos sentir esto tantas veces seguidas.

La verdad es que aquella tarde nos dejamos llevar los cuatro por nuestro deseo y por nuestra excitación hasta el punto de sentir el máximo placer. Fue toda una gozada, creo que irrepetible.

La lluvia cesó afuera. El sol empezó a brillar y se colaba por los ventanales del salón. Todo se iluminaba poco a poco.

Nos fuimos duchando y vistiendo uno a uno, y salimos a la calle en busca de algo de aire fresco que nos relajara de aquella agitada y divertida tarde.

Fue una experiencia que repetimos varias veces después durante unos meses y que sirvió para conocernos mejor incluso a nosotros mismos. Después por otras razones el destino nos separó y aquello quedó en un dulce recuerdo.

Ha pasado tiempo desde entonces, pero aquella tarde se quedará grabada en mi mente, creo que durante mucho tiempo.

Espero que os haya gustado.



Lydia

lunes, 16 de abril de 2007

(por Lydia & Miguel)

NOTA : El siguiente relato no es un hecho real, aunque bien podría serlo, solo es un cuento, un sueño y una fantasía , todo ello creado por la imaginación de sus autores.

................

TU Y YO

(1)

Amado mío :

Esta carta va dirigida exclusivamente a tí. Posiblemente no te llegue nunca, pero quiero imaginarme que si y que la leeras algun día tumbado junto a mi.

Yo se que te has fijado en mi. Soy esa chica rubia, que viste esta tarde en la parada del autobús. ¿No te acuerdas?. Si, tonto, esa chica que te hizo volver la vista, te fijaste en mi cuando pasabas y me recorriste todo el cuerpo con tus ojos. Soy yo, esa chica rubia de pelito corto, con unas gafas de sol, con una camiseta ajustada de tirantes, color blanca, una minifalda azul marino y unos zapatos con algo de tacón. Yo estaba en la parada, entre otra gente, tu aflojaste el paso, dirigiste hacia mi una mirada tierna y una sensual sonrisa. Tu vestías un polo verde oscuro de manga larga y unos vaqueros muy gastados que dibujaban un hermoso culo. Fue entonces cuando sentí algo dentro de mi, una sensación extraña. Noté como mi pulso se aceleraba, como las manos me sudaban, como un sofoco enorme invadió todo mi cuerpo notando enrojecer mis mejillas y como mi sexo se humedecia. En un principio miré hacia otro lado, pero no pude evitar volver la vista de reojo y seguirte con el rabillo del ojo, además mis gafas de sol me protegían. Estoy acostumbrada a que los hombres me miren, me sonrían, me silben, me piropeen, pero al mirarme tú, he sentido una especie de acaloramiento que no dejo de recordar. Tus grandes ojos negros penetraron en mi y estoy hechizada. De pronto desapareciste entre la gente. Al rato me subí al autobús y mi cuerpo todavía ardía, aún notaba las pulsaciones en mi sexo. ¿Que me había pasado? . Nunca he sentido una atracción sexual tan fuerte.
Ahora son las 3 de la mañana y no me puedo dormir pensando en lo que me ha sucedido , intento quitármelo de la cabeza pero no puedo. Me has embrujado.

........................

TU Y YO

(2)

No se muy bien porque estoy escribiendote una carta, si ni siquiera se tu nombre, ni si te volvere a ver alguna vez. En aquella parada de autobus, fue como si la gente que te rodeaba se hubieran congelado en blanco y negro, porque solo existias tu. La minifalda azul, que dejaba ver unas piernas largas, perfectamente dibujadas, y aquella camiseta blanca. Me sorprendi a mi mismo imaginando la forma de tus tetas, redondas y suaves, que casi se podian adivinar bajo el algodon que con el calor se te pegaba ligeramente al cuerpo. Llevabas gafas de sol, y no pude ver tus ojos, aunque en un momento en el que estabas de perfil (y que perfil) vi un reflejo verde, durante un instante. Pero si pude fijarme en tus labios, perfectamente marcados, ni muy delgados ni muy gruesos, sensuales y ligeramente humedos, hechos para besar y acariciar, bajo una naricilla pequeña y sumamente atractiva. Tendras aproximadamente mi edad, aunque no lo se, el pelo corto y rubio te da un aspecto un poco travieso. Por un momento pude imaginarte tumbada en mi cama, dejandote acariciar el cabello ligeramente humedo, con los labios entreabiertos y empapada en sudor, despues de haber hecho el amor, sonriendo con picardia y un poco agotada por el ejercicio. Un momento despues, el autobus llegaba y tu te subias a el, demostrando al subir las escaleras que tus piernas son perfectas, y que sabes moverlas de una forma elastica y muy, muy excitante. Hubiera jurado que te quedaste mirandome, pero no, supongo que no fui tan descarado. O si?. De cualquier modo, no he podido olvidarte. He intentado pensar que seguro que eres tonta y ademas crees que estas muy buena (en eso tienes razon), pero no funciona.

No puedo quitarte de mi cabeza, y cada vez que tu imagen vuelve, siento algo extraño en el estomago, y mas abajo del estomago, mi pene en ereccion, presionando contra el vaquero, y ni siquiera se como te llamas...Creo que lo mejor que podria hacer seria no darle mas vueltas, en lugar de escribirte una carta que probablemente nunca leeras, porque lo mas facil es que no volvamos a coincidir, y aunque lo hagamos...que podria decirte? Que aun no te conozco, y ya te deseo, que nunca he hablado contigo, nunca te he tocado, y podria imaginar cada rincon de tu piel, desde la forma de tus tetas a tu sexo humedo y dulce, la piel de melocoton de tus piernas, tu trasero redondito, y el comienzo del pelo rubio en la nuca, con una gota de tu perfume preferido, volviendome loco y besandote en el cuello hasta notar que tu pulso y tu respiracion se acelera...

..................

TU Y YO

(3)

Ha pasado justo una semana desde que te vi la primera vez en la parada del autobus y hoy te he vuelto a ver, en ese mismo sitio, esta vez has estado muy cerca de mi y me cuerpo se ha estremececido. Todos estos dias te he tenido en mi cabeza, me siento extraña.

Hoy te acercaste a mi y me observaste con descaro, yo disimulaba, pero estaba tan caliente como una loba en celo, me hacía la distraída, pero te miraba de reojo bajo mis gafas de sol. Tú observabas mis piernas y creo que sin darte cuenta, te relamías los labios. Mi pulso se aceleraba sabiendo que yo te gustaba. Yo llevaba otra vez esa minifalda azul que me gusta mucho y veo que a ti lo mismo, tambien llevaba un top ajustado de tirantes color blanco que mostraba mi cintura morena. No dejabas de mirarme, observando mi cuerpo y lo mejor de todo es que a mi me encantaba. En ese momento me hubiera gustado que metieras tu mano bajo mi falda y acariciaras mi sexo, que para entonces estaba muy mojadito.

Llegó el autobús, pero no fue como la otra vez, que te quedaste en la parada, esta vez subiste tras de mi. Esperando la cola, en mitad de la escalera, me sentí observada por ti, imaginaba como tus ojos recorrían mis piernas mi cintura, mi culo, mi espalda y te imagino tambien metiendo una mano entre mis muslos. Estoy tonta, estoy complatemente borracha de ti. En ese momento hubiera dejado que me follaras en medio del pasillo del bus, que me hubieras metido mano por todos lados, pero me porté como una chica buena , creo que hasta algo estúpida, mirandote con falsa indiferencia.

Me senté cerca del fondo, pero busque un lugar con dos asientos, esperando ansiosa que tu te sentaras junto a mi. Te vi llegar y yo suplicaba "que se siente junto a mi, por Dios". Nunca me he sentido asi con nadie, si me viera mi novio...

Por fin llegaste a mi altura, me miraste, viste el asiento vacio, dudaste un instante y al fin te decidiste y ocupaste ese asiento junto a mi.

¡Que cerca te tenía de mi!, podía notarte, sentirte, casi tocarte. Yo seguía haciéndome la dura, mirando por la ventanilla pero buscando tu reflejo en el cristal. Podía darme cuenta como me observabas detenidamente y eso me gustaba.

Te observé con detenimiento: zapatos de marca, algo sucios, pero bonitos, unos vaqueros gastados, a los que debes tener cariño, como se ajustaban a tí, me apetecía agarrarte el muslo y acariciar tu paquete que yo veía crecer, ¿por mi culpa?, tu torso se veía fuerte bajo esa camiseta original con una frase en ingles que decia "That's me", me dieron ganas de acariar tu pecho. Tu cara es preciosa, no es que seas una belleza espectacular, pero con esa mirada penetrante, esos labios marcados, esa barba mal afeitada, no sé, me gustas mucho...

Yo te hacía unos cuantos cruces de piernas con toda la sensualidad, arqueaba mi espalda y mis pechos se te ofrecian apetitosos, pasaba mi lengua por mis labios, provocándote. Tragabas saliva, estabas a punto de decirme algo, pero no podías articular palabra, se te veía nervioso, volvías a dudar, yo esperaba ansiosa que me dijeras algo, que me tocaras, aunque solo fuera un roce, un sususurro, una accidentada caricia.

No pasó nada, aunque al levantarme, pues llegué a mi destino, te levantaste y con galantería me cediste el paso, no sin antes rozarme con tu cuerpo, tu paquete rozó mi culito y yo creí morirme, una de tus manos llegó a tocar mi cintura, estaba entrando en la gloria.

El bus llegó a mi parada, me bajé, me seguiste y en una calle concurrida te perdí entre el gentío.

.......

TU Y YO

(4)

Lo cierto es que el autobus iba en direccion contraria a donde me dirigia, pero me subi igual. Nunca me gustaron las rubias, menos aun, las rubias platino. Ahora se que lo que detectaba era el peligro, el peligro de volverme idiota. Y alli estabas, de medio perfil, con la ligera brisa del atardecer agitando tu flequillo, el ultimo sol marcando la silueta de tu naricilla y esos labios sensuales que se destacaban mas por las gafas de sol. Me di cuenta de que estaba, sin querer, calculando la talla de tu sujetador, porque eran unos pechos los que se dejaban ver bajo la camiseta, para perder el sentido. Grandes, pero no demasiado, redondos, pesados, adivinandose suaves como la piel de tu rostro, muy sensibles a las caricias. Otra vez me parecia que me estabas mirando, pero no podia ser, y sin embargo, creia notar tu mirada, bajo tus gafas, sobre mi. Horas mas tarde, en casa, todavia no podria olvidar esa imagen traviesa, que jugaba a la niña buena con algo muy, muy peligroso escondido. Tenia que verte de cerca, y subi al autobus detras de ti. Fuiste hacia el fondo, y fue casi como una invitacion. Me sente a tu lado, y decidi exprimir cada uno de los minutos que durase el viaje, contemplandote, estudiandote casi, para poder recrearte en el aire despues.

Era demasiada casualidad. O no entiendo el lenguaje de los gestos, o la forma de cruzar las piernas, de curvar la espalda como diciendo, las ves? Son hermosas, verdad? Te encantaria acariciarlas, me encantaria que lo hicieras...como la ginebra, podias ser dulce y suave, transparente, pero emborrachar rapidamente. Senti que si no lo paraba en ese momento, despues no iba a haber remedio. Me estaba enganchando, no habia cruzado una palabra contigo, y me estaba enganchando. Y era la oportunidad de hablarte. Pero que iba a decirte, "Hola, no se como te llamas, pero me da igual, quiero besarte, quiero deslizar las manos por debajo de tu camiseta,sentir que esos pechos de ensueño son reales, llevarte a mi casa, hacerte el amor durante toda la noche..." Ya en casa, desnudo, debajo de la ducha, seguia sintiendote, cuando al parar el autobus, te levantaste, y al pasar por delante de mi, me rozaste, te toque ligeramente, casi sin quererlo. Cuando reaccione, habias bajado del autobus, y aunque casi salte de el, ya estabas lejos. Vi como te perdias entre la gente, como todo se volvia gris, como una cortina que se cerraba detras de ti. Puedo decir que te quiero, cuando nunca he hablado contigo, cuando no se nada de ti? Sin embargo, si se que te deseo, te deseo como un animal en celo, y haria cualquier cosa por beber la humedad de entre tus piernas, recorrerte de arriba abajo, y de abajo a arriba otra vez, daria lo que fuera necesario para sentirte correrte subida sobre mi, contemplar tus tetas oscilando, cubiertas de sudor, mientras cerrabas los ojos de placer. Ha de ocurrir algo, debemos encontrarnos de nuevo, porque esta situacion no es muy soportable. En que estarias pensando ahora. Podria imaginarte durmiendo desnuda entre las sabanas, una mano rozando tu cabello rubio, la otra como protegiendo tu jardin mas secreto.

Lo que daria por saber lo que esta pasando por tu cabeza...

..........................

TU Y YO

(5)

Esta vez no he tenido que esperar otra semana para verte y... no sé si por azar, porque me has seguido o porque el destino asi lo ha querido, pero nos hemos vuelto a encontrar.

Yo estaba mirando en el mercadillo artesanal alguna pieza de porcelana para hacerle un regalo a una de mis mejores amigas, Esther, que se casa dentro de unos días. De pronto noté como un pinchazo en el pecho, podía detectar tu presencia sin nisiquiera haberte visto, pero sabía que estabas cerca. Destilabas un olor o una electricidad que mi cuerpo y mi mente capturaban. Me volví y alli estabas, cuatro o cinco puestos más atras que yo. Disimulaste, pues no esperabas mi reacción, aparté la vista de tí un momento y no pude evitar soltar una pequeña carcajada, mezcla de los nervios y de la situación.

Seguí dándote la espalda, imaginando como seguías con tu vista mi silueta: mi blusa blanca estampada, mi cintura al aire, mis pantalones color marron, muy ceñidos y unos zapatos de plataforma con tacon.

Sin poder evitarlo nos perseguíamos entre los tenderetes, como esa historia de amantes en Marruecos, que se encuentran entre los puestos del zoco.

Tu llevabas un pantalon vaquero que te sentaba de maravilla, marcando tu culo y una camisa de cuadros con las mangas remangadas, dejando al descubierto tus fuertes brazos.

De nuevo, mi corazón parecía salirse de mi pecho, pues mis pulsaciones se aceleraban continuamente, mis manos sudaban, mi vello se erizaba y mi sexo se humedecía y palpitaba, deseoso de sentirte.

Como me gustaría que las cosas fueran más fáciles y poder expresarte cuanto te deseo, como estoy de loca por ti, cuanto quiero sentirte, abrazarte, besarte, chuparte... pero algo nos frena a los dos, quizás el miedo al rechazo del otro, quizás pudor, quizás al engaño a nuestras respectivas parejas, aunque en ese momento todo se vuelva turbio, todo es secundario, todo es borroso, menos tu y yo.

Te acercaste mucho más a mi, yo esperaba ansiosa tus palabras, queria oirte decir cosas como: "nena, quiero poseerte", "quiero follarte", "quiero que nuestros cuerpos se fundan"... pero tus palabras no salieron de tu boca, aunque se que lo pensabas o asi quería yo que fuera.

Preguntaste por el precio de algo al vendedor del puesto en el que yo estaba y por primera vez oí tu voz, cálida, transparente, varonil y que yo sentí sensual.

Otra vez me observaste, te miré y te sonreí como diciendo "¿que hacemos aqui?", "vayamos a un hotel y hagámoslo"... Tampoco esas palabras salieron de mi boca.

De nuevo nos perdimos entre la gente.

Llegué a casa muy excitada, tanto que me metí en la ducha con la intención de rebajar mi acaloramiento, pero desnuda como estaba, imaginaba tus manos recorriendo mi cuerpo y tu lengua saboreando mi piel. Mientras mis dedos se introducían en mi ardiente sexo, imaginaba que era tu polla la que lo hacía, imaginando como tu glande se pasaba por mis labios vaginales y como me besabas y mordías los pezones, tuve un orgasmo profundo que sentí maravilloso y tu no te apartabas de mi mente.

Creo que soy víctima de una hipnosis o algo parecido, quiero quitarte de mi cabeza, pero no puedo...

........................

TU Y YO

(6)

Después de nuestro encuentro en el mercadillo, empezaba a ver claro que aquello era más que casualidad. Cuando comenzaste a alejarte, rodeé los puestos sin perderte de vista. No vivías muy lejos de allí. Vi como entrabas al portal, y esperé hasta que vi luz en una ventana.

No iba a ser dificil saber cual era tu puerta.

Volví a casa, y tras intentar leer un libro sin éxito, me metí en la ducha, tan excitado como el día anterior. Toda esa tarde, y el día siguiente, lo pasé esperando que llegase el atardecer, imaginando tu cuerpo desnudo, como podría ser acariciarte, besarte recorriendo todo tu cuerpo hasta llegar a tu coñito, que imaginaba muy recortadito, deslizar la lengua por sus labios, sintiendo su sabor ligéramente salado.

Al atardecer, llegué a tu casa, y me colé en el portal. Si no había calculado mal, en el segundo piso estaba tu casa,y como sólo había una puerta, no podía equivocarme. Me senté en el rellano, en la parte superior, a esperar. Sabía que era una chiquillada, y que podía estar esperando durante días, que podías vivir con alguien, que me podía meter en un lío... pero merecía la pena.

Después de dos horas que me parecieron dos días, pude escuchar pasos en la escalera. Una sola persona. Efectivamente, eras tú. Metiste la llave en la cerradura, mientras yo contemplaba tus piernas largas, perfectas, y como la blusa blanca, atravesada por la luz de la ventana de la escalera, transparentaba tu sujetador, y marcaba la cintura, envolviendote al mismo tiempo en un halo dorado. Pensé que lo último que podías ser era un ángel, eso seguro. Abriste la puerta cuando te saludé.

-Hola...

Diste un pequeño respingo, pero volviste la cabeza despacio. Por la forma en la que me mirabas, habías reconocido mi voz. No llevabas las gafas de sol, y por primera vez podía contemplar tus ojos, verdes, que me miraban intentando aparentar indiferencia o sorpresa, aunque un brillo en el fondo te delataba.

-¿Qué haces ahí?

- Te esperaba.

- ¿Qué quieres?

- Contemplarte un poco más. El autobús y el mercadillo me han sabido a poco.

Tal como estabas, apoyandote con un brazo en el marco de la puerta, con las piernas cruzadas, y la luz dandote de medio perfil, resultabas absolutamente irresistible. Por la forma en la que sonreías, vi que te sentías halagada.

- Ah, muy bien. ¿Y qué esperas, que me quede aquí parada toda la tarde para que tu me contemples? No soy una estatua de las del parque. ¿Crees que soy como ellas?

- No puedo saberlo, las estatuas del parque están desnudas, no puedo comparar en igualdad de condiciones.

Ibas a replicar, cuando bajaste la mirada al suelo durante un instante, y después volviste a mirarme, con un brillo ambiguo.

- Qué estás insinuando... ¿Estás loco? Ni siquiera te conozco, ni siquiera se como te llamas. Debería meterme en casa y cerrar la puerta de una vez.

- Puedes hacerlo...o puedes....

- Estás loco, definitivamente...

Te giraste para entrar, abriendo la puerta del todo. Cuando ya estabas dentro, te diste la vuelta lentamente. Vi que calculabas que en cualquier momento podías cerrar la puerta antes de que yo llegase hasta donde estabas. Y me miraste...no puedo olvidar esa mirada. A veces me parece que era muy dulce, como si quisieras besarme, y al mismo tiempo salvaje, de animal en celo. Lentamente, dejaste caer el bolso al suelo. Muy despacio, te desabrochaste la minifalda, que cayo al suelo sin hacer ruido. Te acariciabas las piernas, sonriendome con complicidad, haciendo oscilar las caderas, moviendote despacio, como al ritmo de una música que sólo escuchabas tú. Giraste hasta darme la espalda, levantando los brazos por encima de la cabeza, y dejandome ver unas braguitas negras que se adherían al culito más bonito que había visto en mi vida. Sin darte la vuelta, giraste la cabeza, supongo que para comprobar el efecto que estabas haciendo en mí.

Metiste la mano por debajo de la blusa, y sin quitartela, te desprendiste del sujetador, que cayó al lado del bolso y la minifalda.Te volviste hacia mí, poniendo las manos sobre el pecho, como cubriendote las tetas, deslizandolas despacio hacia abajo. Cuando tus manos estaban a la altura de la cintura, pude ver que tenías los pezones muy duros, y que se marcaban bajo la blusa. Tiraste de ella hacia arriba, y dejaste al descubierto tus tetas, redondas y hermosas como las había imaginado en el autobús.

Las acariciabas suavemente, y en tú mirada me parecía ver que me decías que me acercara y las acariciara yo. Tus manos bajaron hasta la cintura, recorriendola primero, y después deteniendose sobre el sexo.

Dudaste durante un momento, y después deslizaste un dedo por debajo de la braguita. Muy lentamente, y sin dejar de bailar, me dejaste contemplar como te acariciabas. Yo creí que iba a explotar. Tenía una erección tremenda, y me sentía como si mi polla fuera a romper el pantalón vaquero.

Me pareció que ya no aguantaba más, estaba pensando en levantarme e ir hacia ti, cuando de repente, oimos ruidos de pasos en la escalera. Me asomé hacia abajo, y escuche detrás de mí como recogías a toda prisa la ropa, y cerrabas la puerta de repente. Estaba claro que no podía quedarme allí, e hice como que bajaba las escaleras, cruzandome con dos personas que subían. Salí a la calle, y miré hacia arriba.

Probablemente estarías mirando por la ventana, pero ya no me atrevía a subir otra vez. Volví caminando hacia mi casa, intentando reconstruir lo que había ocurrido, que todavíano terminaba de creer.

.........

TU Y YO

(7)

Definitivamente creo que estoy loca, sin conocerte de nada, me he quitado casi toda la ropa delante tuyo, he querido que me dedicaras esas miradas de deseo y creo que han causado el efecto esperado, he podido notar como tu polla quería salirse del pantalón. Justo cuando iba a mostrarme desnudita por entero solo para ti, alguien nos interrumpió y nos quedamos con las ganas.

Apenas cerré la puerta tras de mi, pude oir tus pasos acelerados bajando la escalera. Yo estaba con un calentón tremendo y no quería que aquello fuesa una historia interminable, a pesar de saber que estaba cometiendo la locura más grande de mi vida.

Precipitadamente me puse la blusa y la falda y dejando el sostén, bajé las escaleras aún más deprisa que tú, mientras mi cabeza no paraba de decir : "no me vas a dejar así, quiero que me devores, quiero comerte entero, quiero que me folles... ".

Llegué a la calle, fui hasta mi coche y arranqué sin saber donde dirigirme. Estaba realmente excitada y nerviosa, necesitaba encontrarte, necesitaba volver a verte...

Cada vez me desesperaba más, la calle estaba abarrotada de gente y no te veía, no te distinguía entre el gentío, mientras conducía entre las calles cercanas a mi casa buscandote.

En mi desesperación paré en un semáforo y dándome cuenta que no había nada que hacer, apoyé la cabeza en el volante y lloré como una chiquilla, como esa niña a la que se le ha roto una muñeca.

¿que me pasa?

¿estoy sufriendo un encantamiento?

¿que le ocurre a mi mente y a mi cuerpo?

Todas esas preguntas martilleaban en mi cabeza, intentado buscar una explicación a mi absurdo comportamiento infantil.

De pronto se produjo el milagro, cuando el semáforo se puso en verde, alguien llamó a la ventanilla, cuando giré la cabeza, no pude más que sonreirte y sentirme feliz, eras tu, si TU , pero esta vez no te ibas a escapar...

- Anda sube - te dije mientras te abría la otra puerta .

Rapidamente subiste al coche y sonriendome con dulzura me dijiste :

- Hola otra vez.

A partir de ese momento, apenas dijimos nada ninguno de los dos, yo conducía sin saber exactamente donde ir y tu no dejabas de observarme. De vez en cuando yo te miraba de reojo y tu bulto bajo el vaquero delataba tu excitación.

Me acordé de un aparcamiento subterráneo con tres plantas que podría servirnos para estar juntos sin que nadie nos molestara. Al llegar saqué la ficha de aparcamiento y bajamos hasta la tercera planta en donde apenas había cuatro o cinco coches dispersados por el enorme parking. Aparqué en el fondo y apagué el motor.

-¿ donde lo habíamos dejado ? - te pregunté toda insinuante

Sin dejar que me respondieras, me fui desabrochando la blusa lentamente hasta quitármela por completo. Mis tetas salieron jubilosas mientras tu ibas desabrochando tu camisa. Solté el botón de mi falda y me despojé de ella. Recliné mi asiento y te ayudé a quitarte el vaquero. Bajo tu calzoncillo podía verse algo que quería salirse de tu prenda y jugar conmigo.

No podía esperar más, quería verte completamente desnudo, quería ver tu enorme polla y comérmela. Te saqué el slip , dejándote desnudo. Te observé detenidamente, me parecías aún más guapo, así desnudito como estabas, tu cuerpo es aún más hermoso de lo que había imaginado y tu polla preciosa, ni grande ni pequeña y aunque te parezca una tontería me pareció muy bonita.

Te abalanzaste sobre mi tumbándome en mi reclinado asiento, me bajaste lentamente las braguitas observando con detenimiento como aparecía todo mi cuerpo desnudo frente a ti. Parecías estar grabándome en tu cabeza, cuando te echaste sobre mi y me besaste en los labios, despues nuestras lenguas jugaron dentro de nuestras bocas y cerrando los ojos hicimos nuestro deseo realidad.

Volviste a incorporarte y a mirar mi cuerpo con detenimiento. Mi coño bien recortadito y húmedo se te ofrecía apetitoso y abriéndome las piernas comenzaste a besarme por el interior de mis muslos, yo cerraba los ojos, pero los volvía a abrir, pues no quería dejar de mirarte, no quería perderme tu cara metiéndose entre mis piernas, esa visión es la que siempre había soñado. Tu lengua rozó los pelitos de mi pubis y tus manos subiendo por mis muslos y mis caderas, acariciaron mi ombligo llegando hasta mis tetas. tus dedos rozaban mis duros pezones y un gran escalofrío recorrió mi cuerpo. De pronto, con tu lengua llegaste hasta mi clitoris y chupando mis labios vaginales, lograste hacer correrme como una posesa, yo me agitaba mientras agarraba tu cabeza y acariciaba tu pelo. No dejaste de besar ni de chupar mi sexo, parecías disfrutar mucho haciéndome eso.

Pero yo quería comerte a ti . Me incorporé y empujándote sobre el sillón cambié las posiciones colocándome yo sobre ti. Esta vez recorrí yo tu cuerpo con mi mirada al tiempo que acariciaba con la palma de mis manos tu torso y tu cintura, con mis afiladas uñas apretaba tus tensados músculos. Me eché sobre ti y te besé. De nuevo nuestros labios se mordieron y nuestras lenguas se mezclaron en un profundo beso.

Podía notar bajo mi ombligo tu enorme polla deseosa de ser destrozada y la cogí con mi mano y empecé a masturbarte. Me arrodillé frente al sillón y la puse cerca de mi cara sin dejar de pajearte. Nunca había sentido tantas ganas de meterme un pene en la boca y sin dudarlo comencé a besarle agarrándote de la base con mi mano. Rodeé tu glande con mi lengua con circulos concéntricos. Mi saliva se mezclaba con tus jugos que yo lamía y saboreaba. Me introduje todo tu miembro en la boca, hasta notar como rozaba casi mi garganta y así permanecí unos segundos, con toda tu verga dentro de mi boca. Entonces con suavidad fui sacandola hasta la punta y apretando mis labios volví a bajar sobre ella. Con una de tus manos acariciabas mi culo y yo seguía metiéndome tu polla lentamente en la boca, sintiéndola, disfrutándola. Aceleré el ritmo, tu no querías cerrar los ojos, pues querías tambien ver mi cara y mi boca devorando tu tiesa daga. No pudiste aguantar más el orgasmo y justo cuando saque mi boca y mi lengua de tu glande te corriste con fuerza, soltando chorros de tu leche sobre mi lengua, mis labios, mi cara, mi pelo. Me pusiste perdida y yo tenía un gusto tremendo de ver como te estabas corriendo sobre mi cara. Con tu glande golpeé mi lengua y aún soltaste algún chorro que se perdía en mi garganta.

Me agarraste por la cintura e incorporándote me besaste a modo de agradecimiento. Yo te sonreí y casi sin hablar nos dijimos todo con nuestras miradas.

Nos preparabamos para culminar nuestra deseada fiesta, cuando oímos pasos acercándose desde el otro lado del parking. No era cuestión de que nos pillaran en plena faena y vistiendonos precipitadamente, sin podernos poner toda la ropa, arranqué el coche y salimos de allí como si hubieramos cometido un terrible delito...

........

TU Y YO

(8)

Mientras conducías, guardaba silencio, con el sabor de tu sexo aún en mi boca. Te observaba, mientras girabas en los cruces, deshaciendo el camino que habíamos hecho. Sí, íbamos hacia tu casa. Ibamos en silencio, sabiendo que cualquier cosa que dijésemos iba a resultar artificial, forzada, fuera de lugar. Subimos las escaleras, las mismas escaleras en las que hacía solo un rato, había contemplado como te desnudabas para mí. Apenas nos conocíamos, y sin embargo, nos conocíamos desde siempre. Cerraste la puerta, y cogiéndome de la mano, me dijiste simplemente,

-Ven.

Me llevaste hasta tu habitación. Aunque no había nadie más en la casa, cerraste la puerta, y mirándome, te quitaste la blusa. Tus tetas, redondas y pesadas, preciosas, hechas para ser acariciadas y besadas, aparecieron ante mí, ahora sin prisas. Te cogí suavemente por la cintura y te acerque hasta la cama, la misma cama en la que dormías todas las noches, y te hice tumbarte. Te bese despacio, había esperado mucho ese momento, y lo disfruté con calma, bajando después, sin dejar de besarte, por tu cuello, hasta su base. Levante la cabeza para preguntar,

- Sé que esto va a sonar extraño, pero, ¿Cómo te llamas?

Al responder, tu voz sonó mimosa, casi soñolienta.

- Lydia. Y tú?

- Miguel. Te adoro, Lydia.

Continué bajando, encontrando uno de los pezones, rosado, ligeramente duro, irresistible, lo besé, lo lamí, rodeándolo con mi lengua, sintiendo su forma, mientras te escuchaba respirar un poco entrecortádamente. Seguí bajando, dejando un pequeño rastro de saliva, hasta encontrar tu ombligo, pequeño y delicioso, como si fuera un pequeño guardián del tesoro que me esperaba un poco más abajo. Levanté la cabeza para contemplarte. Tenías los ojos cerrados, la piel ligeramente cubierta de sudor, la boca algo entreabierta... estabas irresistible. En aquel momento el mundo podía haberse hundido tras de mí, porque yo no me habría enterado.

Continué bajando. Un mechón castaño, muy suave, que recorrí hasta humedecer, guardaba tu chochito. Hundí mi cabeza entre tus piernas, mezclando mi saliva con tus jugos vaginales, sintiendo los labios, buscando tu clítoris con la lengua, emborrachándome con el olor y el sabor, sintiendo como acariciabas mis hombros y mi pelo.

- Todavía tengo el sabor de tu semen en mis labios. Vamos, no puedo esperar más, quiero tenerla dentro. Métemela.

Terminaste de desnudarme, y tomaste mi polla con la mano, sintiéndola, acariciándola. Penetrar dentro de tí era lo que más deseaba. Subí, dejando que tu mano me guiara, y te besé al mismo tiempo que entraba dentro de ti. No sabía quien eras, no me importaba, sólo sentía que me fundía dentro de ti, sintiendo mi polla cada vez más dura, y a ti debajo, jadeando, mirándome, besándome. Te abrazaste a mí,obligándome a que girásemos unidos, hasta quedar debajo de ti. Colocando tus manos sobre mis hombros, te erguiste, mostrándome tus tetas, que oscilaban mientras subías y bajabas sobre mí polla. Sentí como los músculos de tu vagina me sujetaban, exprimían, sentía que no iba a durar mucho, mientras el ritmo de tu respiración aumentaba, poco a poco, hasta que sentí que te corrías sentada sobre mí, te vi sobre mí, con los ojos cerrados, esos ojos verdes que había perseguido, sudando, acariciándote tus pechos con las dos manos, deshaciéndote sobre mí, al mismo tiempo que yo explotaba, sin poderlo resistir más, sintiendo como chorros de semen chocaban contra las paredes de tu vagina.

No sé cuanto tiempo estuvimos así, juntos, fundidos en sudor, el uno sobre el otro, sin separarnos, contemplándote dormida sobre mí, acariciando lentamente tu pelo húmedo, hasta que acepté que tenía que marcharme. La última imagen que tengo de ti es dormida, desnuda, en tu cama. No sé si volveremos a vernos, porque a los pocos días tuve que marcharme y ahora vivimos en ciudades diferentes, pero espero que algún día nos volvamos a encontrar.

.......

FIN

Autores : Lydia & Miguel
Subscribe to RSS Feed Follow me on Twitter!