viernes, 21 de septiembre de 2007

Por Lydia y Ángel

1ª PARTE - ÁNGEL
Ya estoy en casa, he almorzado un poco y, a pesar de que me está entrando una morriña increíble, quiero aprovechar que estoy solo en casa para estar contigo.
Estoy agotado de la semana y me apetece descansar. Hoy quiero invitarte a que pases la tarde del viernes conmigo, Lydia, amiga mía. Me imagino que la tarde en el norte estará tan fresca como aquí en Andalucía, pero... va a merecer la pena, preciosa mía, te lo aseguro.
Ven conmigo, te gustará. Vamos a mi apartamento en la playa. Está en un pueblecito marinero muy turístico pero que ahora en invierno está desierto. Es muy relajante estar allí este fin de semana. Me encanta pasear por la playa a solas pero hoy quiero que tú me acompañes.
La playa es grandísima, si quieres te envío una foto de allí y lo comprobarás por ti misma. La brisa de la mar, el rumor de las olas al besar la orilla, el sol poniéndose por la tarde y un cielo de mil colores preciosos, tenues, románticos a la caída del sol, nos esperan para acompañar nuestra amistad.


Ven Lydia, dame tu mano, paseemos juntos. La marea está baja y se camina muy bien por la arena húmeda. Nuestros pasos se van dibujando en la arena y, una tras otra, las olas los van borrando... suavemente..., delicadamente..., como invitándonos a comenzar el paseo una y otra vez.
Cada mirada al horizonte hace que nuestros ojos miren al mismo punto lejano donde el sol, cada vez más bajo, refleja su luz sobre el agua y donde cada sitio tiene colores azules y verdes pero todos diferentes.
Muy cerca de donde estamos, en uno de los extremos de la playa, que tiene más de 5 kms de larga, unas piedras enormes se adentran en la mar. Allí hay una construcción antigua, de la guerra, es un bunker que jamás se usó pero que siempre está vigilante mirando a la mar.
Ven Lydia, vayamos allí. Es mi sitio preferido. Allí paso horas admirando este precioso paisaje. No hay foto, no hay cuadro ni película que pueda describir todas las sensaciones que te inundan por dentro al estar allí. Solo es posible si estás allí, y ahora tú estás conmigo. Déjate llevar por tus sensaciones Lydia.
Ven, sube conmigo a lo alto de esa gran piedra, verás que bonito. La mar está tranquila pero siempre llegan olas hasta nosotros, y cuando alcanzan las piedras, se desmoronan haciendo saltar miles de burbujas blancas. Uff... entran ganas de coger esa espuma blanca y llevarla a la cara.
Une las manos conmigo y coge esa espuma, Lydia. Ahora sientes el frescor del agua, su olor, su sabor a mar fresco y limpio, y las burbujas al caer sobre la piel de tu cara, notas como se deshacen sobre tu piel.
¿Qué sientes? ¿Lo mismo que yo? Sientes VIDA… Vida que te recorre y te llena por dentro y que te hace sentir llena de energía.
Me miras sonriente. Estás experimentando algo tan nuevo y tan delicioso ¿verdad? Te acercas a mí, y al andar sobre la piedra, buscas mi mano para apoyarte y yo te la doy muy gustoso, y me dices:
- Gracias Ángel. Me haces sentir muy bien. Me encanta donde me has traído.
Yo orgulloso me sonrío y te devuelvo el beso en tu mejilla con todo mi cariño. Pero algo ha cambiado en ese instante. Nuestras manos siguen unidas y los dos sentimos que deseamos que sigan así.
Yo sigo enseñándote las piedras y te llevo más arriba. Allí la brisa se nota más. Hace fresco porque el sol cada vez calienta menos. No importa, aquella maravilla merece estar así.
Tú te pones detrás de mí. Como mi cuerpo es mayor que el tuyo, te resguardo un poco del fresco de la brisa. Al poco, siento tu cuerpo que se pega al mío y sin soltarnos la mano, la llevas por delante de mi cuerpo, y la otra hace lo mismo.
Sin querer mi cuerpo busca al tuyo, y tú al sentirlo cerca, te arrimas más. Los dos seguimos mirando la puesta de sol y me abrazas por detrás de mí. Me siento en el cielo, preciosa mía.
Al poco, te digo:
- Lydia, ven conmigo que no quiero que pases frío.
Te llevo dentro del bunker. Aquello es muy desangelado pero para como está la tarde de fría, es confortable. Entramos y nos quedamos de pie en un lugar donde se sigue viendo la misma vista de la mar.
Solo el rumor de las olas contra las piedras, tú y yo, Lydia. Te sonrío y sin más, ahora soy yo el que te abraza por detrás, igual que tú a mí antes. Allí ya no hace frío y nos sentimos seguros. Mi barbilla se posa encima de tu cabeza y seguimos mirando la mar. Ummm... huelo tu cabello mezclado con el olor a mar. Me encanta. Mis labios besan tu pelo, agradecido por el buen momento que vivimos juntos. Tú entonces giras tu cabeza buscando con tus labios los míos. Justo antes de que se unan nuestras bocas, cierras tus ojos y nuestros labios dulcemente se unen.
Mis manos suben por tu cuerpo hacia arriba y noto tus pechos por encima del chaquetón que llevas puesto. Ese beso es eterno... ummm… Nos apetecía ese instante, Lydia. Entonces llevas tus manos a mi cabeza y haces que nuestras bocas se fundan con más intensidad.
Mientras, mis manos desabrochan tu chaquetón y lo abren. Voy descubriendo tu pecho poco a poco por encima de la camisa que llevas que es de un tejido muy, muy suave, y descubro sorprendido que no llevas sujetador debajo. Llego con mis manos a tus pechos y cada una de mis manos los acarician suavemente. Te acaricio por el contorno de tus tetas y las cojo con mis manos suavemente. Las separo y mis dedos se posan en tus pezones. Ummm.. que delicia.... se han endurecido muy rápidamente.
Te sientes cada vez más animada y ahora es tu lengua húmeda y caliente la que bucea en mi boca a la vez que mi lengua recorre tu boca igualmente. Decido dar un paso más y bajo una de mis manos hasta la cintura de tu pantalón. Lo desabrocho sin problemas y bajo la cremallera. Ahora mi mano empieza a jugar con la parte delantera de tus braguitas, y poco a poco el juego se convierte en caricia de mi mano tocando tu piel y la suave braguita que cubre tu sexo.
Ummm... poso mi mano sobre tu sexo. Mis dedos notan calor al tocarte y siento tus labios mayores abiertos, tanto es así que hago que mi dedo recorra tu coño de arriba a abajo notando toda tu rajita. Ahora Lydia, noto algo más que calor, siento la humedad de tu coño y eso me pone .. ummm... caliente.
Mi pene después de tan bonitas sensaciones está pleno y dispuesto a hacerte disfrutar, cielo mío. Tú sigues con tus manos enganchada de mi cuello y todavía casi no has separado ni una vez tus labios de los míos. Nuestras bocas están fundidas. Mi otra mano no deja de acariciar tu pecho deteniéndose a veces en tu pezón que está ...ummm... para lamerlo.
Al notar mi mano en tu coño instintivamente echas el culito hacia detrás y notas mi polla muy dura. Eso al principio te hace quedarte quieta pero rápidamente reaccionas y aprietas más tu culo contra mi polla, a la vez que mi mano entra dentro de tus braguitas buscando tu coño. Tú te relajas y abres un poco tus muslos. Yo al notarlo puse solo uno de mis dedos en tu raja, y suavemente fui recorriéndola hacia arriba. De nuevo bajé mi dedo y lo volví a subir. Cada vez te lubricabas más y eso me hacía sentirme muy cómodo porque sabía que te estaba gustando mis caricias.
En uno de los movimientos de mi dedo, se detuvo arriba de tu coño y noté tu clítoris. Fue muy fácil porque estaba muy durito. Entonces puse la yema de mi dedo sobre él y comencé a rozarlo delicadamente, poco a poco, suavemente, despacio. Notaba que te estremecías y eso hacía que tu culo se apretara más y más con mi polla que en ese momento estaba ya que estallaba.

2ª PARTE - LYDIA
La imagen y la sensación son deliciosas, yo de espaldas a ti y tu acariciando con una mano mi brazo izquierdo con toda suavidad mientras que con la otra, arrancas mil y un placeres cuando se haya metida dentro de mi pantalón y más dentro de mi braguita y más dentro de mi coñito que arde en este momento. Todas las sensaciones del mundo me invaden, me siento caliente y contenta de que estemos allí entregándonos a todo, en aquel bunker.
Me gusta tenerte ahí, protegiéndome, sintiendo esos dedos acariciando suavemente mi rajita, me siento en el séptimo cielo. Ahora es tu mano, esa que acaricia mis brazos la que se abre paso bajo mi camisa y vuelve a acariciar mi pecho izquierdo, aprietas dulcemente y pellizcas mi pezón, ronroneo en tu oído y te digo lo cachonda que me tienes, eres tan dulce... Vuelvo a besarte suavemente apoyando mi mano tras tu cabeza, casi no llego y aunque no quiero que sueltes mi coñito y que dejes de acariciar mi clítoris, me doy la vuelta y nos abrazamos, se que es solo el principio de algo que va a ser maravilloso y que ambos esperábamos anhelantes. Me arrodillo ante tí, suelto el botón de tu pantalón y bajo la cremallera pero sin dejar de mirarte a los ojos, esos ojos que me encantan y que me hablan sin palabras... Me encanta como me miras, como me sonríes…
Al bajar tus pantalones veo salir ante mi tu hermoso miembro que pide que sea devorado, sin embargo me resisto a meterlo en boca por el momento, quiero que todo dure eternamente, quiero que sea algo especial, algo extraordinario. Agarro por la base esa preciosa polla y la admiro, me gusta como se percibe su dureza y al mismo tiempo esa ternura, ese calor que traspasa hasta mi mano y que me encanta sentir entre mis dedos, imagino como debe ser tenerla bien metida adentro y me estremezco. Saco mi lengua mirándote a los ojos como una gatita mala y pareces decir: "venga niña, cómetela"... sin embargo espero, espero el momento adecuado y la doy un besito en la punta, luego otro y otro. Tus ojos se cierran percibiendo cada uno de esos contactos, que te hacen temblar de placer. Luego, es mi lengua la que la acaricia y da vueltas alrededor de ella, de arriba a abajo para finalmente introducirla por completo en mi boca hasta lo más adentro que puedo, es cuando entonces pareces tambalearte, señal de que te está gustando tanto como a mí. Empiezo a chupar como una condenada, sintiendo como ese divino pene crece en mi boca todavía más, solo mi saliva y tus fluidos salen en esa mezcla y mis ojos se cruzan varias veces con los tuyos esperando que esa sensación nos envuelva... nos haga aún más cómplices del placer que nos embarga.
Lydia… - pronuncias mi nombre.

Mis ojos persiguen esa mirada que lo dice todo y tu miembro se adentra en mi boca, una y otra vez hasta sentirla por completo, hasta notar que mi nariz llega a rozar tu pubis. La mezcla de tus fluídos y mi saliva ayudan a que ese contacto sea permanente, siempre unidos.

3ª PARTE: ÁNGEL
Ummm... Lydia... me tienes a mil por hora. Mi respiración se vuelve agitada, mis ojos quieren cerrarse pero no los dejo porque es maravilloso verte ante mí con todo mi miembro entrando y saliendo de tu boca. Me encanta sentir tus manos sobre mi culo. ¿Notas como aprieto mis nalgas y mi polla cada vez se endurece más y más? Ummm... Mis manos están sobre tu cabeza y acarician tu pelo delicadamente. Lydia, cielo mío, nunca había sentido tanto como con esos besos que me estás dando y esas chupadas que me estremecen. Es precioso mirar tu cara de deseo y de pasión que me va a desbordar de un momento a otro.
Pero... déjame calmarme un poco, no quiero que mi leche rocíe tu boca tan pronto. Ahora quiero que me disfrutes tú a mí, o mejor... que nos disfrutemos los dos a la vez.
Ven, vamos a echarnos aquí mismo en el suelo. Yo abajo y tú encima, pero al revés de mí. Vamos a hacernos el 69 más lindo que hayamos podido imaginar. Me he quitado de chaquetón y lo he puesto sobre el suelo, me he abierto mi camisa y tú me has dejado los pantalones por los tobillos. Tú sigues con tu chaquetón y debajo, tu camisa está totalmente desabrochada. Tus pechos han quedado libres de tu sujetador que en un instante has desabrochado. Antes de ponerte encima de mí, te he ayudado a bajarte tus pantalones, y te los he quitado completamente. Solo te queda esa minúscula braguita, que lejos de estorbarme, me excita mucho más porque las aparto con mis dedos y se ofrece ante mi cara toda tu rajita, que está muy, muy húmeda y caliente. Al echarte sobre mí, nuestros cuerpos se unen piel con piel, y la sensación del calor que irradiamos es maravillosa.
Ya estás con tu cara delante de mi polla y tu coño delante de mi cara.
Ahora.... el rumor de las olas nos marca el ritmo del movimiento de nuestras bocas, de nuestros labios, de nuestras manos acariciándonos una y otra vez. Y al igual que las olas que llegan a las rocas y retroceden, y de nuevo danzan nuestras bocas.
Me encanta recorrer con mis manos tu espalda de arriba abajo y al llegar a tu culito, abro más tu raja y meto suavemente mi lengua húmeda y caliente. Ummm... que nos gusta estar así. Los dos sentimos algo maravilloso que solo sabemos expresar haciéndonos gozar más y más el uno al otro.
Al poco, noto como bajas más tu culo haciendo que el roce con mi boca y tu coño sea más fuerte. Oigo tus gemidos ahogados en tu boca por mi polla que no dejas de chupar cada vez con más ganas, mientras la coges por su base con una mano y con la otra aprietas suavemente mis testículos.
Lydia... me tienes a mil y cada vez puedo concentrarme menos en darte placer con mi boca en tu coño. Tú estás igual que yo. Ummmm... me encanta el sabor de tu coño. Mi lengua no para ni un instante de recorrer tu raja y ahora se ha detenido en tu clítoris, y... no pienso parar de lamertelo.
Comienzo a saborear algo que me está volviendo loco de pasión. Te estás corriendo en mi boca y yo estoy saboreando agustísimo todos tus líquidos, que además de por mi boca caen por mi barbilla. Me encanta beberme todo tu coño, Lydia. Que maravilla de sensaciones estoy viviendo.
Como he podido, me he controlado para no correrme en tu boca. Me ha sido muy, muy difícil pero... tú mereces más que una corrida en tu boca, mereces que mi polla te dé el mayor placer que pueda dentro de tu coño, que ahora más que nunca está caliente y muy lubricado.

4ª PARTE – LYDIA
Mi orgasmo ha sido delicioso, Ángel, nunca antes había percibido tantos placeres juntos, salidos de una boca deliciosa como es la tuya.
He notado como mi cuerpo se estremecía incesantemente, pero ahora los dos queremos algo más, deseamos ser uno parte del otro en una unión que es nuestra meta, nuestro anhelo más soñado. Te sientas en el suelo dirigiendo tu mano a la mía para incorporarme y sentarme sobre ti. Sin embargo permanezco allí de pie desnuda, tan solo tapada por mi chaquetón, que cuelga sobre mis hombros. Me gusta mostrarme así, prácticamente desnuda, para que observes como mis pezones duros y mi sexo enrojecido e hinchado piden más y más guerra. Agarrada a tu mano y observando tu cuerpo desnudo, siento que se aproxima el momento. Me gusta como me miras, como recorres con la vista mi silueta y percibo tu excitación desde ahí abajo sentado. Coloco mis piernas bien abiertas una a cada lado de ti, sabiendo que por fin nuestros cuerpos van a ser uno. Me agacho lentamente, casi a cámara lenta, mientras sigas sosteniendo mi mano ayudándome en la maniobra. Me quedo sentada sobre tus piernas, notando tu sexo palpitante que roza mi tripa. Agarro esa polla erguida, para acariciarla una vez más, al tiempo que mi boca vuelve en busca de la tuya. Me recibes con una total entrega, con una excitación mayúscula. Me incorporo ligeramente para que tu glande quede apoyado justamente a la entrada de mi vagina y con solo tu mirada ya se que quieres que deje caer mi cuerpo sobre ti, entregarme por entero.

5ª PARTE - ÁNGEL
Juntamos nuestros cuerpos, pero esta vez, al unirte a mí, te has posado encima de mi pene que ya está que no aguanta por las ganas que tiene de chorrearte mi lecha blanca, y en dos movimientos te lo has metido hasta dentro, hasta el fondo de tu coño.
Ummm... si era maravilloso lo que sentía cuando mi polla estaba en tu boca, ahora me haces sentir en el cielo. Es ... ummm... que delicia estar dentro de ti, mi preciosa amiga.
Ahora te muestro mi felicidad rodeándote con mis brazos y abrazándote muy fuerte. Gracias Lydia por estos momentos juntos. Son inolvidables. Mis brazos dejan de abrazarte con fuerza y mi boca busca tus labios, pero antes de llegar a ellos, nuestros ojos se miran llenos de pasión.
Umm... si vieras como brillan tus ojos, Lydia. Brillan más que las estrellas. Me has leído el pensamiento y me sonríes dulcemente. Y yo a la vez te sonrío de igual manera. Al instante, como si esa sonrisa nos hubiera relajado un poco, cambia esa sonrisa y nuestras miradas se vuelven apasionadas y locas por seguir dándonos amor y pasión.
Ummm... Lydia, hemos cruzado la frontera de las sensaciones y las emociones. Ahora los dos sentimos que todo es una mezcla de entrega, de amor, de pasión, de ganas de follar como locos, de llegar a lo máximo que podamos dar el uno al otro.
Me echo hacia atrás y tú sigues encima de mí pero ahora cabalgándome, con fuerza a veces, dulcemente, otras. Los cambios de ritmo son maravillosos. Yo me humedezco mi dedo y lo bajo hasta tu clítoris y lo poso suavemente en él. Cada vez que te metes toda mi polla hasta el fondo, notas ahora mi dedo sobre él y eso te esta haciendo chorrear de gusto. ¡Qué maravilla! ¡Me siento mojadísimo por ti!
Pongo mi otra mano en tu pecho y lo acaricio y lo aprieto suavemente a la vez que tú te mueves. Entonces tú te echas para adelante buscando mis besos de nuevo.
Mis labios rodean los tuyos y mi lengua entra en tu boca. Ummm... que delicioso es notar el calor de tu boca y el de tu coño a la vez, mi Lydia, mi amadísima amiga.
La mar no deja de marcar el ritmo en que se mueven nuestros cuerpos, y lo que es mejor... no va a dejar de hacerlo porque es nuestra cómplice en esta aventura solo tuya y mía, Lydia.

6ª PARTE - LYDIA
Queremos que nuestros cuerpos permanezcan constantemente así, como estamos, yo sobre ti, sintiendo plenamente como tu polla se introduce lentamente en mi interior. Te veo tan excitado que se que estás a punto, sin embargo yo no quiero que acabes tan pronto todavía y me separo de ti. Te quedas sorprendido porque no esperabas que te dejara así, pero quiero que sufras un poquito el momento mientras termino de desnudarme y quedarme así, completamente desnuda para ti y tu haces lo mismo tumbado en el suelo, retirando las últimas prendas, esperando ver mis reacciones y esperando que nuestros cuerpos continúen ese juego tan placentero.

Voy andando hasta la pared opuesta del bunker y allí apoyo mis manos, separo mis piernas y muestro mi desnudez ante ti, con total descaro… enseñando mi culo que gira como llamándote, provocándote. Se que eso te encanta, pues te oigo suspirar, el aire está cargado de excitación…
Te incorporas rápido y avanzas hacia mi. Cuando siento tu polla apoyarse entre mis nalgas y noto esa dureza me llevas al séptimo cielo. Me separo de la pared, justo hasta ese instante en que los labios ardientes de mi chochito están rozando tu glande. Lo agarro
dulcemente con mis dedos por delante, acariciándolo suavemente, mientras tu boca respira hondamente sobre mi oído. Tu miembro está caliente y muy duro. Le ayudo a meterse dentro de mí. Tu te agarras a mis tetas y comienzas a follarme por detrás sintiendo aun más grande esa verga que me inunda las entrañas... es maravilloso, increíble, divino... Tu cuerpo choca contra el mío y cuando lo hace siento un gusto fuera de lo normal, me siento tan bien, follas de
maravilla...
Cada embestida es una ola de placer, tan solo tengo que apoyarme contra la pared para no chocarme, porque tu fuerza me empuja contra ella, tu pelvis choca contra mi culo y tu miembro desaparece dentro de mí sin cesar. Me llega el orgasmo lo noto, entonces tu dedo se ubica en mi clítoris, sabiendo que estoy a punto, tan solo unos roces con la yema de tus dedos y mi cuerpo parece desvanecerse en una descarga de placeres inauditos, increíblemente divinos. Mi orgasmo me hace dar pequeños gritos y gemidos, dejándome llevar por el momento, por lo mejor de esa pasión.
Tan solo unos segundos después tus manos se aferran a mis caderas y noto que la descarga se aproxima. Tu polla se hincha en el interior de mi vagina y a continuación suelta el primer chorro al tiempo que tu boca suelta un largo y delicioso suspiro que me vuelve loca, después el segundo impacto lo noto hasta lo más profundo de mis entrañas y así varios después hasta que tu cuerpo se apoya contra el mío y sigues acariciándome mientras tu respiración sigue agitada.
Me besas en el cuello y yo acaricio tu pelo, agradeciéndonos mutuamente ese momento tan delicioso y así permanecimos largo rato, desnudos, mirando a través de la pequeña abertura del bunker, como el sol ha terminado de ponerse sobre el horizonte y como el día va dando paso a la penumbra, en aquel lugar que no olvidaremos nunca.

Ángel & Lydia
lawebdelydia@gmail.com


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena, es un relato magnífico, lleno de sensaciones increíbles. Me ha encantado. Debió ser un momento maravilloso para ambos.
Gracias

Anónimo dijo...

Genial y maravilloso...mis felicitaciones a los dos, habéis conseguido transmitir un montón de sensaciones...

Besos

Subscribe to RSS Feed Follow me on Twitter!