viernes, 11 de mayo de 2007

Leer un pasaje erótico, un cuento o un relato más o menos sensual, cargado de chispeantes momentos donde la imaginación viaja más allá del bien y del mal, produce un cambio en mi cuerpo muy difícil de definir. No siempre es igual, pero normalmente es una sensación que conduce a una repentina transformación de todo el organismo, algo así como cuando sufres un susto inesperado ó cuando te das cuenta que has metido la pata de forma brutal y un calor interno comienza desde tu bajo vientre hasta llegar a tu cara que enrojece por momentos mientras tu piel se eriza. La sensación es parecida... pero con sus muchos matices y diferencias.
Al principio, la lectura se va haciendo amena, sobretodo a nivel de intriga, en plena concentación y con casi todos los sentidos involucrados en el texto. No puedes despistarte de la lectura agradable en la que estás inmersa y... de repente, la espoleta salta en una acción concreta, difícil de controlar y te da un giro inesperado a todo el entorno para modificar esa concentración y cambiarla por pura devoción placentera, en una dosis de droga hormonal que se apodera de ti.
El primer síntoma es sudoración, parece que te quieres meter en la piel del personaje para vivir sus mismas sensaciones. La boca se te queda seca, imagino que mandando todos los líquidos a otros lugares que necesitan urgente lubricación, como en mi propio sexo que empieza a producir un ligero cosquilleo, acompañado de su propia sudoración. Toda la piel se torna más fina, el vello se eriza ligeramente, al igual que mis pezones, que van encogiéndose y posteriormente endureciéndose como dos garbanzos. Las manos van instintivamente al contacto con alguna parte de mi cuerpo, como queriendo descubrir si todo lo que aparenta es tan gozoso. Mis mejillas arden, las noto enrojecidas, mis piernas flaquean y mi nuca parece ser soplada por una suave brisa. En ese momento el cuerpo vive de forma explosiva cada una de las partes, teniendo que corregir la postura sobre el asiento y asimilando cada una de las oleadas de calor que lo sucumben.
De pronto cuando quieres darte cuenta, la lectura ha acabado, pero no todo lo que ha dejado en tí, lo que esa imaginación del autor, acompañada de la tuya propia han querido sumarse para apoderarse de tu débil cuerpo.

Lydia

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3 comentarios:

Chien lo sa dijo...

No lo podias haber explicado mejor Lydia.

Te invito a visitar mi blog: http://relatosymuchomas.blogspot.com

Y espero que tengas las mismas sensaciones que comentas..

Anónimo dijo...

Efectivamente la lectura de un buen relato erótico, es decir, uno de los tuyos, es una experiencia muy placentera en la que tus hábiles palabras producen un cambio progresivo primero en mi mente y luego en mi cuerpo.

Primero me dejo llevar por tus introducciones para ponerme en situación. Luego cuando llego a la parte central del relato, es decir, a la más jugosa, empiezo a notar un ligero aumento de mi temperatura corporal, como tú bien dices tengo que corregir mi postura sobre el asiento, mi piel se sensibiliza y noto como la sangre se acumula en mi sexo. La excitación va "increscendo" y mi cuerpo se convierte en una especie de eco de tus excitantes palabras. Cuando termino la lectura de tus relatos me tomo unos instantes para cerrar los ojos e imaginarme la escena de los amantes satisfechos, con sus sudorosos cuerpos entrelazados, abandonados al dulce sueño reparador que a mí me invade después de una larga y buena seseión de sexo y dejo volar mi imaginación para continuar en mi mente tu excitante historia...

También es muy placentero leer alguno de tus relatos en buena compañía, notar como nuestros dos cuerpos responden a la provocación de tus sensuales descripciones, empezar a explorar acariciendo nuestos rincones más erógenos para terminar haciendo el amor de forma apasionada con el eco de tus excitantes palabras en nuestras mentes, imaginando que somos los protagonistas de uno de tus tórridos relatos eróticos.

Lydia, algunas de las mejores sesiones de sexo de mi vida las he tenido y seguramente las tendré en el futuro gracias tus ensayos eróticos, por lo que te estaré siempre agradecido por servirme a mí y a mi pareja de inspiración.

Un beso, encanto, y no dejes de sorprendernos compartiendo con nosotros tu sensual don literario.

Roberta Padovani dijo...

Lydia...
Leo y releo. Todo encaja. Son las mismas, idénticas sensaciones que explotan en mi cuando leo un relato erótico o percibo imágenes que me llevan a la excitación primero y al goce posterior al que me llevan las caricias de mis propias manos. Un besito y seguro seguirás ordenando las palabras justas para dar forma a tus cálidos relatos.
Robby

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