lunes, 2 de abril de 2007

Susy, una gran amiga mía, nos había invitado a mi marido y a mi a una fiesta para celebrar la inauguración de su nueva casa junto a la playa. Ella siempre ha sido una vivaracha y siempre le ha gustado preparar fiestas y todo lo que sea diversión y placer, esta vez , como siempre, era seguro que iba a ser una fiesta divertida, con gente joven y muy alegre. Ella es lesbiana pero eso no quita para que seamos dos buenas amigas.

A mi siempre me ha gustado competir con Susy, su belleza es fuera de lo común y sé cuanto le gusta a Carlos (mi marido), sé que la observa con los ojos embelesados y la desnuda con la mirada. Ella y yo somos muy diferentes, yo soy rubia de pelo corto sobre los hombros y ella tiene el pelo castaño algo más largo que yo, yo tengo los ojos verdes y ella los tiene color avellana, muy bonitos y muy grandes, sus labios son más gruesos que los míos, en cuanto a pecho las dos tenemos bastante y siempre he admirado sus tetas grandes y firmes. Yo siempre he presumido de piernas largas, pero ella, al ser más alta que yo, las tiene más largas aún y aunque me pese, he de reconocer que más bonitas. Ella está soltera y yo casada pero eso no quita para que cuando salimos por la noche juntas intentemos competir a ver quién es la que más provoca al personal, casi siempre me gana, ya que ella aparte de bonita y sexy es mucho más lanzada y atrevida que yo.

Yo esa noche quería impresionar, sin duda que Susy iba a estar guapísima y sexy, pero yo, como siempre quería ganarla (algo difícil). Me estuve probando toda la tarde varios modelitos: vestidos largos, cortos, faldas atrevidas, pantalones ceñidos, generosos escotes, pero al final opté por un nuevo vestido que a Carlos le encantaba y supongo que al resto de los invitados también. Era un vestido corto de gasa, sin tirantes que se sostenía con refuerzos en el pecho con un gran escote en forma de pico redondeado, color negro y con mucho vuelo, unas medias con ligero y un conjunto de braguitas y sujetador de encaje muy reducido y de color negro también. No sabía si la ropa interior se iba a ver, pero por si acaso yo iba preparada.

Llegamos a la fiesta sobre las diez de la noche y nosotros aportamos los postres y un par de botellas de vino. Susy salió a recibirnos y como imaginaba, estaba más que seductora. Llevaba un vestido corto como el mío, con tirantes, de una tela rojiza y brillante, con un escote en pico y una abertura en un lateral que le llegaba por encima de las caderas mostrando su morena piel y una de dos: o no llevaba braguitas o llevaba un tanga muy subido para que no se le notara. Mi marido solo dijo un "uffffff" al darle dos besos, suficiente para mí , lo que indicaba que había perdido ante aquella belleza, me di por vencida en el primer combate. Carlos siempre me comentaba: "es una pena que a Susy no le gusten los tíos porque es un auténtico bombón..."

A pesar de todo esto no creais que ella y yo somos rivales en nuestra amistad, todo lo contrario, somos grandes amigas que se cuentan todo sin ningún secreto, yo sé cuanto le gustan a ella las chicas y a veces he servido de celestina para conseguirle alguna nueva amiga, yo prefiero los chicos y ella también me ha ayudado a mi a ligar con alguno, asi que somos amigas y compañeras de fatigas aunque juguemos a distintos deportes.

El caso es que Susy estaba impresionante, debo admitirlo, muy sexy, simpática, guapa y muy agradable en todos los sentidos.

Al cabo de un rato fueron llegando todos los invitados, uno por uno, pero ninguna de las mujeres superaba a Susy, siempre me ha gustado parecerme a ella, comportarme como ella... siempre me ha gustado tenerla por amiga y aparte de esa envidia sana, he sentido por ella en alguna ocasión algo más que amistad, rozando el atractivo sexual, no sé si por atracción física o por tenerla idolatrada como modelo de belleza femenina.

Susy hizo todos los honores de anfitriona en la cena, siempre con su seguridad, su belleza y su saber estar en cada momento, siendo la envidia de unas y el deseo de otros.

Después de la cena, nos reunimos en el salón para celebrar con champagne (cava) la celebración que nos había reunido allí . A partir de ahí, las copas iban y venían hasta ponernos todos en un tono más que subido, seguimos bailando, cambiando de pareja y divirtiéndonos de lo lindo, el alcohol ayuda a deshinibirse y en una ocasión que subí a las habitaciones de la planta superior me encontré con varias parejas que hacían algo más que bailar encima de las camas.

Abajo continuaba la fiesta y cuando regresé me encontré a Carlos bailando con Susy, estaba totalmente pegado a ella y la miraba embobado mientras disfrutaba del baile y de su lindo cuerpo, no se lo reprochaba y además era mi amiga, ni siquiera me importaba que él intentara una y otra vez sobarle el culo, pero ella muy hábilmente sabía zafarse de su acosador. Su vestido la favorecía aun más y aquella abertura en uno de sus muslos que mostraba más de la cuenta la hacían aún más atractiva y deseada.

En una ocasión ella me pidió que le acompañara al baño, allí compartiríamos nuestros secretos y nuestras cosas, como siempre nos gustaba hacer desde hace tiempo.

- Oye, como está tu marido ¿eh? - me dijo.

- ¿Si? ¿por qué?

- Porque le veo cachondísimo, se ha pegado a mí como una lapa y he notado que la tenía dura como una roca, vamos, que estaba como una moto, seguro que esta noche te hace un hijo.

- Hija mía, es que contigo no hay quien pueda, es que pones a todos a cien.

- Vamos, no seas modesta, que tu también les pones cachondos a todos.

- ¿YO?

- Si, antes cuando bailabas no te quitaban ojo, en ese baile medio erótico y provocador que has hecho.

- ¿Si? Pues lo habré hecho inconscientemente. - contesté.

- Vamos, que sé cuanto te gusta calentar al personal, bonita, igual que a mi.

- Si pero me ganas, como siempre, además con ese vestidito y esa abertura, por cierto ¿no llevas bragas?

- Si llevo un tanga ¿quieres verlo?

Sin responder, se subió el vestido y me mostró una braguita minúscula que tapaba lo imposible, ya que era tan reducida que apenas era un tanga era una tirilla estrecha por delante y un hilo por detrás. Me gustaba mirarla y admirarla y a ella le gustaba esa situación.

- A ver si te voy a poner cachonda a ti también - me dijo.

- Bueno si yo fuera un tío, seguro que ya nos habíamos liado...

- No hace falta que seas un tío para hacerlo.

Susy nunca me había propuesto nada con ella, pero veía que estaba bastante cachonda, por lo que entendí que se me estaba insinuando, en cambio no me importaba en absoluto, es más en ese momento sentía una gran atracción hacia ella y parecía que se había producido de repente.

- ¿Quieres que pongamos más cachondos a los invitados? - me preguntó.

- ¿Más aún?

- Si, me encanta ser un poco perversa, vamos a montar un numerito que les deje las pollas como postes ¿quieres?

- No sé, si, pero... ¿como?

- Tú sígueme el juego.... ¿vale?

No entendía muy bien de que iba todo aquello, pero a esas alturas de la noche y con el alcohol que tenía encima ya no me importaban muchas cosas y la vergüenza daba paso a la curiosidad, asi que me dejé llevar...

Bajamos las escaleras de la mano, como dos buenas amigas que éramos, nos plantamos en medio de la improvisada pista de baile y muy abrazadas comenzamos a bailar juntas al ritmo de una canción lenta. Todas el mundo nos observaban y aunque conocían las locuras de Susy (incluída yo), no sabían hasta donde podían llegar...

Nuestros pechos se juntaban en aquel baile, pero no en un simple roce, sino directamente chocando teta contra teta a modo de lucha. Sus brazos recorrían mi espalda y las mías hacían lo propio en la suya. Nuestras cabezas estaban pegadas pero solo se separaron cuando ella me miró fijamente a los ojos, me sonrió y me plantó un beso en los labios. Yo en un principio me separé, pero ella me recordó nuestro plan.

- Sígueme el rollo, es solo un juego...

Susy seguía contoneándose y nuestras piernas se entrelazaban a cada paso, sus manos pasaban de mi espalda a mi culo para sobarlo con ganas y apretarlo para pegarme aún más a ella. Yo miraba de reojo a Carlos que no sabía muy bien de que iba todo aquello, su cara era de incredulidad pero al mismo tiempo nos miraba excitado, yo se lo notaba.

Susy volvió a besarme, pero esta vez más entregada a mi papel en el juego, se lo devolví. Luego ya no fue un ligero beso, fueron nuestros labios los que empezaron a jugar en medio de las miradas de todos, que por entonces habían incluso dejado de bailar, tan solo para mirar. Unos reían, otros se escandalizaban y algunos estaban realmente calientes, no había más que verlos...

Aquella situación no me incomodaba, todo lo contrario, me sentía muy a gusto, en parte por lo medio borrachilla que ya estaba, en parte por eso de poner calentorro al personal y en parte, aunque esta no acababa de asimilar, porque Susy me gustaba mucho, tanto que en ese momento la deseaba.

Ella sabía hasta donde podía llegar y hasta donde podía llevarme a mi, sin duda manejaba la situación a su antojo y llegó a ponerme tan caliente que no me hubiera importado nada despelotarme en medio de aquel salón, sin embargo, despues de darnos un buen morreo, juntando nuestras lenguas, sobando nuestras tetas y acariciando nuestros culos, dimos por finalizada la erótica sesión cuando hubo acabado la canción.

Después de la fiesta todavía andaba yo cachonda y al llegar a casa le hice a mi maridito una sesión especial en la que disfrutamos muchísimo, hicimos el amor como pocas veces...

Dos días después yo había quedado con Susy para ir juntas de compras. Siempre lo solíamos hacer juntas, pero esa vez la cosa era diferente, desde la noche anterior ya no miraba a Susy solo como una amiga, sino que la miraba de otra manera, con un deseo que me hacía estar muy confundida. Quedamos en una cafetería cercana a los grandes almacenes. Como siempre era objetivo de las miradas de todos los hombres y mujeres: Una blusa sin mangas color blanco remarcaba su pecho y su piel morena, unos jeans ajustados le proporcionaban unas piernas de modelo y un culo de bandera. Ella hacía sus movimientos con naturalidad, sabiendo que era observada por todo el mundo, se sentó frente a mi y tras dos besos charlamos como dos buenas amigas.

A continuación empezamos nuestro recorrido de tiendas, las mujeres ya se sabe, cuando nos ponemos, no paramos, una tienda aqui, un modelito por allá, en fín que anduvimos lo suyo. Yo en la última tienda tenía los pies destrozados y estaba sudando del calor que producen los focos en los reducidos probadores.

- Creo que me voy a rendir Susy, tengo los pies molidos... - le dije mientras entrábamos en la última tienda.

- Este es el último sitio, me pruebo unas braguitas y lo dejamos.

La cosa empezó por escoger unos 3 o 4 modelos de lencería de lo más sexy para las dos, no es que los fuéramos a comprar todos, pero aprovechamos para probarnos un poco de todo. Nos metimos en el probador y Susy comenzó a quitarse la ropa con toda la naturalidad del mundo, al fin y al cabo éramos dos mujeres. En pocos segundos se quedó desnuda frente a mi. No pude evitar observarla de arriba a abajo, como siempre fantástica, sus bien puestas tetas, su estrecha cintura, sus adorables muslos y su coñito que por cierto estaba completamente afeitado, lo que la hacía parecer mucho más niña y mucho más sexy. Sentí un escalofrío y me di cuenta que me estaba calentado con solo mirarla.

- ¿Tienes depilado todo el...?

- ¿...coño? - respondió sin dejarme acabar la frase.

- Si.

- ¿Te gusta?

- Si, yo nunca lo he hecho, me da no se qué, algunas veces me lo ha pedido Carlos pero nunca lo he hecho, no sé...

- ¿Nunca te lo has afeitado?

- No, aparte que no sé si sabría hacerlo.

- Es muy fácil y no veas como vuelve de locos a los tíos, se lo quieren comer nada más verlo así, es como un juguete para ellos, además está más suave y más blandita toda esa zona, mira , tócalo.

Me tomó una mano y me invitó a acariciar su suave pubis como la piel de un bebé. Sentí otro escalofrío y con mis dedos recorrí sus ingles y su monte de venus. Era un acto de lo más ingenuo pero al mismo tiempo yo me sentía muy atraída por mi amiga.

- No tienes ninguna marca de pelo, ni granitos, ni nada, ¿no se te irrita? - pregunté.

- No, mira, acostumbro a usar una depiladora eléctrica que masajea la zona y casi no duele nada, arranca el pelo de raíz y luego uso un aceite especial que me deja la piel muy suave. ¿quieres que te ayude a tí a hacerlo?

- No sé...

- Venga tonta, si casi no duele nada, es casi como afeitarlo con una cuchilla.

Yo deseaba hacerlo, pero más que por depilarme porque ella me lo hiciera, sentir sus manos tocándome lo más íntimo de mi ser. No lo dudé por más tiempo y nos dirigimos a su casa, pues aprovechando que no había nadie, ese era el mejor momento de hacerlo, además le daría una buena sorpresa a mi marido. La idea me gustaba.

- Verás - me dijo - lo primero hay que darse un prolongado baño de sales para que todos los poros queden bien abiertos y así será menos doloroso. Nos bañaremos juntas y así aprovecho para depilarme un poco las axilas.

- Pero si no tienes pelos.

- Si, son muy débiles, pero hay que quitárselos antes de que se hagan fuertes.

Yo creo que aquello era una excusa para que nos bañáramos juntas, estaba más que claro que yo también le gustaba a Susy y que quería algo más que depilarme, pero también es verdad que yo estaba dispuesta a todo.

Allí, en un momento nos desnudamos las dos, nos observamos mutuamente y nos metimos en la bañera, una frente a la otra. Nuestras piernas se rozaban bajo el agua y aquella sensación me producía mucho gusto, me encontraba muy bien así frente a ella, estando tan cerca.

Después del prolongado baño, salimos nos secamos y me invitó a tumbarme en la cama de su habitación. Ella se despojó de la toalla e hizo lo mismo con la mía.

- Así estaremos más cómodas. - dijo.

A continuación se extendió el aceite en sus pechos y me invitó a tocarla de nuevo para ver la suavidad que producía aquel líquido en sus tetas. Lo cierto es que estaban muy suaves, muy blanditos, era una sensación muy placentera.

Yo me coloqué mi culo al borde de la cama, ella me abrió las piernas y comenzó la tarea.

- Lo primero - dijo - es cortar con las tijeras todos los pelitos más largos para que sea más fácil con la máquina.

Yo me tumbé por completo en la cama y me dejé hacer, ella lo hacía con mucha suavidad y con mucha dulzura. Una vez acabó con las tijeras, me extendió una especie de bálsamo blanquecino y lo dejó actuar sobre mi pubis.

- Con esto, los pelos se debilitarán y ahora vas a sentir un poco de dolor, pero solo un poquito.

La depiladora eléctrica se posó sobre mi sexo y comenzó el trabajo. Los primeros tirones eran algo dolorosos, pero soportables, pero a medida que aquella maravillosa máquina trabajaba iba haciendo unos masajes en la zona el dolor se convirtió en una especie de cosquilleo. Con sus dedos me tocaba las ingles, rozaba mi pubis, separaba mis labios y seguía recorriendo todo mi sexo. Yo ya estaba supercaliente y aquellos masajes me estaban volviendo loca. Cuando me quise dar cuenta, estaba totalmente depilada, nunca había visto mi sexo así, siempre acostumbro a recortármelo, depilarme las ingles, pero nunca me había visto así sin ningún pelito, parecía el chochito de una niña.

- Ahora lo tienes un poco irritado y sonrojado, pero en cuanto te dé el aceite notarás más alivio. - me comentó.

Así fue, aquel frío aceite producía una agradable sensación después de haber estado toda la zona un poco sensible a la depilación.

- Te ha quedado perfecto - dijo - verás esta noche como Carlos quiere comérselo...

Sus manos no dejaban de acariciar mi sexo y yo me dejaba hacer, me encantaba, sentía un gusto increible. De repente, encontré su cabeza entre mis piernas y sus labios empezaron a besar toda mi intimidad, había conseguido calentarme increíblemente y yo estaba totalmente entregada a todo lo que me hiciera. Después fue su lengua la que empezó a rozar mis ingles, mi monte de venus y a continuación recorrer mi depilada rajita, lo hacía con maestría y cuando rozó mi clítoris emití un gemido intenso y cargado de placer, pues nunca me habían hecho nada parecido, al menos con tanta dulzura, tanto placer. Primero se retiraba, me miraba a los ojos, me sonreía y a continuación seguía chupando, besando y lamiendo mis labios vaginales, su lengua hacía maravillas y en pocos segundo me invadió un orgasmo como pocas veces había tenido con un tío.

- Ahhhhh, ahhhhh, Susy, que bien.... - es lo único que alcancé a decir.

Me sonrió y siguió acariciando mi sexo con una mano mientras con la otra rozaba mis duros pezones al mismo tiempo que con su boca seguía el contorno de mis muslos. La muy cabrona sabía como dar gusto y yo estaba en la gloria.

- ¿Te ha gustado? - me preguntó.

- ¿Que si me ha gustado?... me ha encantado.

Se colocó encima mío de tal forma que quedamos abrazadas, como dos cuerpos fundidos, yo debajo y ella sobre mí, nos besamos, esta vez nuestras lenguas jugaban, nuestros labios se mordían mutuamente. Al mismo tiempo nuestros pechos se juntaban y nos acariciabamos todo el cuerpo, yo rozaba su lindo trasero y ella abarcaba con sus manos desde mi cintura a mis caderas para luego subir hasta mis tetas.

Anteriormente había tenido una experiencia de adolescente con una amiga pero aquello solo fue un dulce magreo, esto era otra cosa y de verdad que el placer que sentía era increíble, además Susy era una experta y sabía proporcionar muchísimo placer.

Ella bajó un poco más mordiéndome en el cuello para luego chupar mis tetas y mordisquear mis pezones, mis gemidos iban en aumento y estaba llegando a mi segundo orgasmo. Se puso de costado y con su mano fue bajando hasta tocar mi depilado coñito con sus dedos, metió uno de ellos en mi rajita y comenzó a subir y a bajar hasta que me volví a correr entre hipidos y un jadeo prolongado.

Permanecimos abrazadas durante un par de minutos para después seguir besándonos, rozándonos, acariciándonos. Esta vez fue mi boca la que fue recorriendo su cuerpo: mis labios se desplazaban por su cuello, luego sus hombros, sus tetas, su cintura, hasta que quedó boca arriba. Metí mi cabeza entre sus piernas y empecé a lamerle las ingles al tiempo que ella se agarraba fuertemente a mi cabeza, sus piernas estaban totalmente abiertas recibiendo mis caricias, mis besos. Cuando mi lengua tocó su sexo sentí un sabor extraño para mi, pero al mismo tiempo muy agradable, le quise recompensar los dos orgasmos que había tenido gracias a ella y empecé a comérselo de verdad, mis uñas se clavaban en sus muslos, mis manos intentaban alcanzar sus tetas y mi lengua y mis labios jugaban con su chochito y su clítoris, hasta que llegó al orgasmo, su cuerpo se tensaba por momentos y luego se relajaba con un profundo suspiro, para luego pasar a un grito más y más fuerte que llegó a asustarme. No cabía duda de que había conseguido darla muchísimo placer.

Otra sensación nueva para mi fue cuando nuestros cuerpos se entrelazaron de tal manera que nuestras piernas hacían de tijeras las unas con las otras hasta llegar a contactar sexo contra sexo, cuando sentí su coño contra el mío un escalofrío me recorrió desde la nuca hasta los pies, era como un chispazo, como una descarga eléctrica, después ella se acercaba a mi y se alejaba para que nuestros sexos limpitos de pelos volvieran a besarse en un acto alucinante, parecía que nuestros labios se juntaban como dos bocas, como nuestros líquidos bañaban nuestros muslos, de nuevo tuve un orgasmo intenso y ella casi a continuación, esta vez llegué a perder un poco la noción del tiempo, donde estaba, con quien estaba, era como un desmayo, cerré los ojos y me dejé llevar a un mundo desconocido y lleno de placer con otra mujer.

Volvimos a abrazarnos, a acariciarnos y así permanecimos un largo tiempo, tocando nuestros desnudos y sudorosos cuerpos.

Luego nos duchamos juntas para seguir con nuestras caricias y nuestros besos y acabar delante de un espejo riéndonos y viendo como había quedado mi coñito igual que el suyo sin un solo pelo, nunca me lo había visto así y me veía extraña, pero más extraña había sido aquella sesión de sexo con mi amiga.

Hasta ahora no lo hemos repetido, ni siquiera hemos hecho un comentario al respecto. Seguimos viéndonos, vamos juntas de compras, tomamos un café, vamos juntas al solarium o al gimnasio, pero no hablamos nunca de este tema, pero estoy segura que se volverá a repetir de la manera más expontánea, como esa vez...

Lydia
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3 comentarios:

Claudia Newman dijo...

Lydia, nena, voy a tener que dejar de leerte en la oficina, porque... esto no es normal... jajaja

Me gustan mucho tus relatos.

Este es muy bueno.

Besos

Anónimo dijo...

Querdia Lydia:

Sencillamente extraordinario.

Has abordado con una sensibilidad exquisita y un morbo excitante el que sin duda alguna es el sueño erótico por antonomsia del 99% de los hombres: el amor entre dos mujeres.

Leyéndote es muy fácil imaginar cada escena con todo lujo de detalles ya que tus frases son como imágenes con una fuerza visual arrolladora.

Como siempre has logrado que me evada de la triste realidad que me rodea estremeciéndome hasta el tuétano con tus sensuales palabras.

Un beso, preciosa, y muchísimas gracias por todo.

Marc.

Puta Inocencia dijo...

Madre del amor hermoso!! Qué calentón llevoooo...

Extraordinario relato lleno de morbo, provocador, tierno, divertido...la ostia!! vamos que me ha encantado!!!

Un besazo

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