lunes, 19 de marzo de 2007

(Ejercicio - Relato fantástico)

Otra vez la lluvia, pero no cualquier tipo de lluvia sino una cortina incesante de agua que desbordaba las aceras y provocaba un colapso monumental. Todo estaba encharcado,… inundado…

Pareceré tonta, pero en los días lluviosos, me gusta resguardarme en la biblioteca de la universidad y sumergirme en la lectura.

Llegué empapada. El hecho de que fuera verano hacía que las ropas propias de esa época no fueran precisamente impermeables y al entrar no pude evitar que algunos de mis encantos se mostraran bajo la tela y que todas las miradas se dirigieran hacia mí.

Atravesé la sala de lectura y me dirigí directamente hacia la mesa de Verónica, la bibliotecaria más amable y simpática que he conocido… Toda una amiga. Ella me echaría un cable.
Aquí escribes el resto del contenido que no se vera.

- Cómo vienes hija… ¡estás empapada!

- Sí, Vero, me pilló de lleno la tormenta.

- Sabía que ibas a venir, no fallas nunca en días como estos. Eres única.

- Sí, creo que es una manía. Como siempre, no me ha dado tiempo a cobijarme en ningún sitio, por eso quería pedirte un favor…

- Claro guapa, ¿el secador?

- Eres un solete ¡Qué haría yo sin ti!

- Claro mujer, pasa a mi cuarto, está junto al lavabo. Bueno, tú ya sabes…

El sonido del secador en aquel reducido cuarto era bastante elevado y me hacía sentir incómoda ante la posibilidad de molestar a los ocupantes de la sala contigua, que estaba repleta de gente enredada entre diversos tipos de lectura… y eso me hizo pensar mientras tanto en qué libro podía sumergirme yo: pensé en algo romántico quizás, al fin y al cabo ese era un día para la melancolía y la tristeza, quizás también una novela dramática,…algo de suspense…

De pronto la luz de la habitación se apagó, el ruido del secador cesó de inmediato y todo quedó en el más absoluto silencio… y en la más completa oscuridad.

Esperé unos segundos, intentando vislumbrar algo de luz en aquel cuarto oscuro, para al menos poder encontrar la puerta. Debía estar ridícula con el secador en la mano y estirando los brazos todo cuanto podía intentando alcanzar algo a lo que agarrarme, el sentirme sola en aquella habitación, a oscuras y en ese respetuoso silencio, me incomodaba bastante. Sentí miedo.

Al fin pude acercarme hasta la pared, ayudada por el cable del secador que me servía de guía. Abrí la puerta y me percaté que la oscuridad en el pasillo también era imponente, aunque se vislumbraba algún rayo de luz.

-¿Vero?… ¡Verónica! – grité, pero no hubo respuesta.

Pensé que si no recibía respuesta de ella es porque habría abandonado su mesa en busca de velas o de alguna solución ante aquel repentino apagón. Así que, a oscuras, avancé por el pasillo, siempre apoyándome en la pared con miedo a tropezar con algo.

Cuando llegué a la sala principal de la biblioteca tampoco vi iluminación alguna, además de darme cuenta que por las ventanas de la calle tampoco entraba luz… ¡era de noche a las cinco de la tarde! Lo más curioso de todo es que nadie hablaba, el silencio seguía dominándolo todo de una forma inaudita. En ese momento recordé que en el bolsillo de mi vaquero siempre llevaba un pequeño mechero para esos cigarrillos de emergencia. Cuando lo encendí, sentí un cierto alivio.

Levanté aquel pequeño encendedor por encima de mí para poder alumbrar todo lo posible, y lo que vi… era increíble. La sala de lectura, siempre abarrotada de innumerables estanterías repletas de libros, de mesas, de sillas y de gente a todas horas, estaba…. ¡completamente vacía! El corazón me latía aceleradamente, parecía quererse salir por mi boca, lo notaba en mi garganta y eso no me permitía casi tragar saliva, el miedo se fue apoderando de mí, a medida que mis pasos avanzaban por aquella sala vacía. Aceleré el paso, pues esa oscuridad, ese silencio y esa situación estaban poniéndome más que nerviosa Notaba un temblor por todo el cuerpo, un sudor frío que me invadía y cierto mareo, lo que inequívocamente me llevaba a perder el control. Busqué a duras penas una salida hacia la calle… corrí por los pasillos, incluso con el riesgo de tropezar, pero el pánico me estaba acechando.

Llegué a la calle y volví a sorprenderme, las nubes en aquella fría noche avanzaban lentamente y dejaban tras de sí la cara de una luna que no conocía,… una cara diferente, con otras manchas… Sentí un escalofrío por todo el cuerpo cuando al llegar al jardín contiguo a la biblioteca un hombre con un estrafalario sombrero azul me detuvo, sujetando con fuerza mi brazo izquierdo:

-¿Dónde vas niña?

-¿Qué?

-Tú no puedes salir del recinto, está prohibido.

-Oiga, suélteme, pero que…

-Bueno, ya basta, no debes abandonar la zona 3, no hay más que hablar.

El hombre del sombrero azul acercaba su dedo pulgar a la boca y relataba palabras y números incomprensibles para mi atormentada mente.

-Calixto, Gras, veintiuno. Rail, ocho.

Definitivamente pensé que estaba volviéndome loca.

El hombre, sin soltar mi brazo y apretándome hasta hacerme daño volvió a llevarme casi en volandas de vuelta a la biblioteca, mientras yo trataba de zafarme de su prisión y de buscar una escapatoria inútilmente. Me empujó violentamente hacia el interior del pasillo principal del edificio, haciéndome caer de bruces contra el suelo. Me volví, pero la puerta se cerró con fuerza tras de mi.

Intenté reponerme, sentándome en el suelo de aquel pasillo y buscando la manera de colocar en mi cabeza las piezas de un puzzle que me estaba amargando la existencia incomprensiblemente.

No sé cuanto tiempo permanecí así, sentada sobre el frío suelo y abrazada a las rodillas de mis piernas encogidas. Poco a poco la luz de la extraña luna fue abriéndose paso entre las nubes hasta que alumbró considerablemente la sala de lectura de la vacía biblioteca a través de los grandes ventanales. Me levanté rauda y me situé en medio de aquella enorme habitación mirando a mi alrededor. Observé más detenidamente la estancia y de nuevo me percaté de la falta de todo mobiliario en la sala. Ninguna mesa, ninguna silla, ninguna estantería, ningún cuadro en la pared,… era todo tan extraño.

La azulada luz de la luna me recordó la luz del display de mi teléfono móvil. Salí corriendo de la sala y de vuelta al pasillo hasta el cuartito donde minutos antes me estaba secando el cabello y donde había dejado mi bolso y mi móvil… mi querido e imprescindible móvil.

Encontré el bolso donde lo dejé, tomé el móvil y marqué el número de teléfono de mi padre. No sé porque marqué ese número, pero en ese momento me sentía como una niña perdida que necesita desesperadamente la ayuda de su padre… Tras unos segundos, un pitido de error y unos símbolos indescifrables indicaban que el teléfono no estaba operativo.

Me quedé mirando a la pantalla azul intentando descifrar ese mensaje que nunca antes había visto. Mi desesperación iba en aumento a medida que todo se estaba poniendo contra mí. Por más que intentaba atar cabos, no conseguía entender nada de lo que ocurría a mi alrededor. Volví a mirar al display: mi perplejidad fue aún mayor… la fecha marcaba 17 de enero… ¡de 9128! Sonreí creyendo adivinar que todo aquello era fruto de una broma, una cámara oculta o algo así,… pero lejos de mis ilusiones, la realidad era otra, mucho más contundente, tanto que todas mis suposiciones se desmoronaban en aquel silencioso lugar por su propio peso.

Una lágrima recorrió lentamente mi mejilla hasta que el salado sabor llegó a la comisura de mis labios. Estaba indefensa. Me senté en el suelo de nuevo en aquella oscura habitación, intentando desconectarme de esa realidad. No puedo precisar el tiempo que me quedé inmóvil, presa de mis torturadores pensamientos, cuando oí unos pasos acercarse por el pasillo principal. Salí apresuradamente de aquel cuartito esperando que alguien me explicara todo de una vez por todas o incluso "liarme a tortas" con mis carceleros si fuera necesario…

La que salió a mi paso era una mujer de mediana edad, vestida con una especie de abrigo hasta los pies, botas y un sombrero azul idéntico al de mi anterior encuentro con ese hombre que me encerró a empujones en la biblioteca. La mujer avanzaba por el pasillo hasta llegar a mi altura y detenerse a pocos centímetros frente a mí. No me sentí tan asustada como la vez anterior, su sola presencia era tranquilizadora, más todavía cuando ella me sonrió amablemente y ofreciéndome sin palabras una explicación:

-Hola. Relájate. No tienes por qué preocuparte por nada…

Aquella frase me tranquilizó mucho más, pero quería saber, estaba angustiada:

-¿Qué está ocurriendo?, ¿dónde estoy? ¿Dónde está todo el mundo?

Volvió a sonreírme. Sus ojos negros resplandecían.

-Mira, la situación no es fácil de explicar, sucede muy pocas veces, pero sucede.

-Ya lo creo, esto no me parece muy normal, desde luego, si es una broma, está tornándose muy desagradable para mi.

-No, no es una broma, se trata de algo extraordinario que ha sucedido en el momento en el que estabas en la biblioteca.

-Lo último que recuerdo es que estaba empapada y que me estaba secando el pelo, cuando…

-Exacto. Ese ha sido el momento…. Te estabas secando el pelo con un secador, tus manos estaban mojadas y se ha producido un cortocircuito.

-Entonces… ¿estoy muerta?

-No, jajaja… No exactamente.

Las lágrimas aparecieron de nuevo en mis ojos y mi nueva interlocutora estaba intentando apaciguar mis nervios apoyando su mano sobre mi mejilla y secando mi lágrima con su dedo pulgar.

-¿Pero que está ocurriendo? ¿Dónde estoy? ¿Estoy loca?

-No. Mira, has entrado en una especie de, ¿cómo llamarlo?... ¿"Universo paralelo"?… sí, algo así.

-Sí… ¿y?

-Bueno en condiciones normales, no hubiera pasado esto, pero esta biblioteca que lleva aquí más de 500 años y tiene… como una sensorización especial. Es difícil de explicar.

-Y ahora ¿qué hago yo aquí? ¿Esto es un sueño o algo parecido? ¿Quizás una pesadilla?

-No, tranquilízate, es solo una percepción mental, algo que te ha trasladado de lugar, a una materia diferente, nueva... tu mente está aquí.

-Pero entonces… ¿es una alucinación mía?

-No, definitivamente no estás alucinando. Sería difícil explicarlo así en cuatro palabras y menos todavía en tu situación y en el tiempo que queda…

-¿El tiempo que queda?

-Sí, no tengo suficiente tiempo para hacerlo, tu estancia aquí será relativamente corta.

Comprendía sus palabras pero por más que lo intentaba no lograba entender la situación en sí misma, perdida y desamparada en un extraño mundo… La mujer puso sus manos sobre mis hombros e intentó aclarar mis dudas…

-Debido a la descarga por tus manos húmedas y a la situación espacial transitoria de esta biblioteca, te has trasladado en un viaje extradimensional hasta un mundo que no te parece familiar, pero que es tuyo, te corresponde igualmente...

-¿Te refieres a que he realizado un viaje astral o algo así?

-Sí, sí... jajaja… Algo así. No es una definición muy exacta, pero puede ser algo parecido.

-Por lo tanto, estoy viva en mi mundo y soñando en este ¿no?

-No, no exactamente. La descarga te ha hecho viajar, tú solo puedes estar en un mundo, no hay dos como tú, solo eres tú, lo que ocurre es que tu tiempo de allá, está detenido, digamos… en pausa. Y ahora tu mente está "trabajando" aquí.

-Y ¿yo? ¿Dónde estoy yo? ¿Aquí? ¿Allí?

-Bien, tú estás aquí y allí, no te lo puedo detallar, pero es tu mente la que ahora esta aquí, intenta olvidar tu verdadero mundo, pronto volverás a él.

-Entonces, si voy a volver pronto a mi mundo… ¿qué hago en este?

-Has venido en una misión especial. Has sido "elegida".

-¿Sois extraterrestres? ¿Estoy abducida?

De nuevo su sonrisa y sus ojos brillantes me tranquilizaron.

-No, soy humana como tú. Yo también he sido elegida, como todos, venimos al mundo a cumplir una misión y tenemos que desarrollarla de la mejor manera posible.

-¿Todos venimos al mundo a cumplir una misión?

- Me sentía ridícula repitiéndome a mi misma las preguntas a sus afirmaciones, pero cada frase me confundía más y más.

- Tú has sido elegida para alcanzar este transitorio episodio, tan importante que es vital, primordial para la humanidad…

- Definitivamente, he muerto y estoy en el cielo o el infierno o lo que sea… por favor, te lo ruego, dime la verdad.

- No… Te prometo que no estás muerta, estás viva y muy viva, solo es tu mente la que está fuera de ti, durante unos breves instantes, no te lo puedo explicar…

- Bien, entonces explícame al menos, ¿por qué? ¿Qué demonios hago aquí?

Me acompañó a lo largo del pasillo dándome su mano, me sentía muy bien con ella, era una gran anfitriona en ese nuevo mundo en el que me encontraba. Subimos a la planta superior de la biblioteca y allí también había muchos espacios vacíos, salvo una pequeña sala, donde se encontraban muchos otros "vigilantes" con sus sombreros azules horribles y acompañados cada uno de ellos por personas aparentemente "normales" como yo. A pesar de mis temores, mis miedos o mis dudas, la mano firme de mi acompañante impregnaba mi cuerpo de serenidad y de sobretodo de paz, mucha paz.

Nos sentamos en un pequeño banco, al igual que toda aquella gente, parejas de hombrecitos o mujeres de sombrero verde y personas "normales" entre las que había hombres, mujeres, ancianos, niños…

-¿Quién es toda esa gente? ¿Por qué me has subido aquí?

-Mira, cada uno de ellos está aquí en la misma situación que tú. Y todos están en esa misión especial. Su mente ha viajado hasta aquí.

-¿Quieres decir que todos los seres humanos tenemos que venir aquí?

-No, jajaja, no, todos no. Solo los "elegidos".

¿Y por qué yo? ¿Por qué soy una elegida?

-Pues porque sí, no puedo detallarte tanto, solo piensa que esta biblioteca es el nexo de unión entre dos mundos y es nuestra única fuente de intercambio con vosotros. Todas estas personas han sido elegidas igual que tú, en la misma biblioteca, que lleva aquí suministrando una energía muy particular entre tu mundo y el mío. Todos han sido captados de una forma similar a la tuya.

-Pero, yo no les reconozco, no me suenan sus caras…

-Claro, porque han salido de la biblioteca… en distintas épocas, en fechas diferentes…

-No entiendo nada, entonces ¿Qué año es ahora?

-¿No recuerdas haberlo visto en tu teléfono?

-Sí, 9128… Acaso… ¿estamos en ese año?

-Sí y no. Para hacerte una idea, nosotros hemos regresado a ese año para adaptarnos a vuestro mundo, pero estamos mucho mas alejados todavía.

-O sea que venís del futuro lejano.

-Sí, lo estas entendiendo, aunque no es tan simple, es más o menos así.

-¿Quieres decir que ahora yo he viajado al futuro, es decir al año 9128 y tú has viajado al pasado, al mismo año?

-Sí, eso es… con algunas apreciaciones, como que nuestro mundo no es tan "real" como el vuestro, es muy diferente, piensa que es un mundo irreal, virtual… Nosotros no somos del aspecto que tú nos ves, nos hemos adaptado a esta fecha por diversos motivos.

-¿Y cuáles son?

-Bueno, no puedo explicarte todos, porque algunos no se te pueden desvelar, pero son varios, entre otros porque necesitamos varias fechas anteriores y posteriores a la tuya y todas confluyen en el año 9128. Digamos que hay razones técnicas para que eso sea así.

-Y no me las quieres contar…

-No, simplemente no estás preparada porque necesito mucho tiempo para hacerlo, yo vengo de muchos años, por delante de ti, la humanidad ha desarrollado una, mejor dicho varias mutaciones a lo largo de millones de años…

-¿No sois humanos? ¿Millones de años? No entiendo nada.

-Sí, tranquila… no somos bichos raros, seguimos siendo en el fondo como tú. Te explico: Tú eres humana, vives una vida física más o menos activa, creada por una situación, un momento, una necesidad…. El resto es puramente química.

-¿Cuál es mi vida física? ¿Cuál es esa necesidad?

Su sonrisa volvía a intentar controlar mis nervios. En condiciones normales no hubiera podido soportar semejante shock, demasiadas emociones juntas para una pobre y desgraciada humana como yo…

-Comprendo que tengas un millón de preguntas en la cabeza y me encantaría resolver todas tus dudas, sin embargo no tenemos tiempo.

-¿Otra vez el tiempo? ¿Me estás diciendo que has conseguido traerme hasta aquí y no puedes retenerme para explicarme con claridad todo?

-Ojalá pudiera, lo voy a intentar, te lo aseguro, pero necesito que lo comprimas todo mucho más de lo que tú quieres, mi misión es explicarlo a millones de personas.

-Y ¿a todas en este año?

-No exactamente, necesitamos varios miles de años, pero casi, casi a todos en muy poco tiempo ¿Estás preparada? Intenta simplificarlo todo ¿Podrás?

-Sí, creo que sí.

La respuesta no era convincente, ni siquiera para mí.

-Bien, la humanidad tiene una misión igual que la tienes tú, es decir, la parte física, que es principalmente reproducción y supervivencia, esas son las dos bases físicas y casi animales de cada uno de nosotros y después está la aportación al desarrollo propio de nuestra especie, del propio universo… en definitiva de la vida.

-¿Sí?... Lo entiendo y entonces… ¿yo que aporto?

-Pues aparte de estar aquí, para adelantar ese desarrollo, para seguir procreando, cuidando a tus semejantes y activando el desarrollo, el progreso de cada individuo. En todo el universo esas especies, activan y mueven todo, avanzan y giran sin parar, a veces ese movimiento es inapreciable, imperceptible por muchos, pero vital, te aseguro que primordial para la vida.

-¿Vosotros sois unos enviados de Dios?

-No, ya te dije que soy igual que tú, en los aspectos de, digamos,… "mente humana". En ese aspecto somos exactamente iguales.

-Y ¿Dios? ¿Qué opina Dios de todo esto? ¿Existe? ¿Nos ha creado?

-Tampoco tengo tiempo para adelantarte tanto, si fuera tan sencillo te lo diría en cuatro palabras, pero créeme, yo tampoco estoy preparada para tanto. Te puedo decir que Dios es todo, cada cosa que habita en el mundo, lo animal, lo inanimado, Todo. El aire que respiras, las piedras, el cielo, los animales, todo… es la misma naturaleza en sí.

Sus palabras aparte de apaciguadoras eran lógicas, pensando que todo aquello era real, muy real y no producto de mi imaginación, evidentemente…

-Te explicaré que esa humanidad a la que perteneces se está desarrollando, a todos los niveles, tú misma los vas viendo evidentes, como descubrimientos, avances científicos, tecnológicos y cada vez con mayor velocidad.

-Es cierto… creo que el avance del mundo va muy rápido, cada vez más, pero creo que está llegando a su fin, no creo que siga a ese ritmo.

-Por supuesto que si, seguirá a un ritmo frenético, pero en aceleración continua, no va a parar, nunca. En todas las épocas se ha creído llegar al límite. Solo hay algo que no cambia: nuestra mente.

-Pero, si todo avanza, es porque nuestra mente avanza… creo yo…

-Sí y no… la mente es la misma, tanto en la prehistoria como en el año en el que estamos, solo han cambiado algunas cosas de su interior. Piensa que la inteligencia de los humanos no va solo en su progreso, sino en una condición propia de si mismo.

-No entiendo nada.

-Te dije que no iba a ser fácil. Se acaba mi tiempo… no puedo desvelarte más… es todo cuanto puedo detallarte.

-Pero, ¿entonces? ¿Mi importante misión? ¿Esa misión para la cual fui elegida?

-Ya la has cumplido.

-Pero, si no hemos llegado a nada.

-Te equivocas, has comprendido mucho, has entendido lo primordial. La humanidad no ha desaparecido, sigue durante varios millones de años más, su existencia debe proseguir y procurar que nada rompa esa cadena. El principal enemigo de la humanidad es... ella misma, por eso, tu misión, al igual que la de toda esta gente, es la de mantener esa idea dentro de tu mente y contagiarla a cuantos puedas, esa es tu misión vital.

-Pero… yo no puedo hacer nada… ¿por qué no te traes a los presidentes de todo los países del mundo y les explicas que el mundo no debe destruirse?

-Si… se podría, pero si no han sido elegidos, es precisamente porque no pueden hacerlo. Tú lo has entendido, como todos los millones de personas que han pasado por aquí. Mi labor es la de instruir esa reseña en tu mente.

-¿Tú entonces formas parte de ese Dios?

-Sí, pero tú también. No olvides eso nunca.

-¿Eres mi ángel de la guarda?

-Si quieres que lo sea, lo seré.

La voz de mi interlocura, de mi cuidadora, de mi vigilante o lo que fuera, se fue apagando lentamente, al igual que la luz de aquella habitación, hasta que poco a poco volvió a la más profunda oscuridad y el más absoluto silencio.

Cuando desperté fue en una ambulancia camino del hospital y cuando las manos de un ATS estaban aprisionando mi tórax en masajes cardíacos desesperados…

-Ya vuelve en sí… - fueron sus palabras tras una dulce sonrisa.

-¿Dónde estoy?

-Tranquila, has sufrido una descarga eléctrica, pero has tenido muchísima suerte. En otras condiciones no te habrías salvado.

-¿Por qué? ¿Qué ha pasado?

-La descarga provocó un cortocircuito que hizo saltar el interruptor del suministro eléctrico de la biblioteca.

-¿Entonces? ¿Todo lo que me ha sucedido? ¿Los que me "eligieron"…?

Los dos enfermeros se miraron y sonrieron levemente y uno de ellos me puso una compresa fría en la frente mientras me decía:

No te preocupes por nada, estás viva, lo demás no importa, solo descansa…

Lydia
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1 comentarios:

Anónimo dijo...

Curioso

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